• March 28, 2024

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Lealtad al Reino de Dios 1

Extracto del libro
“Redescubriendo el Reino”

Por Myles Munroe

Pasaje clave: Mateo 13:44-46.
Durante su ministerio terrenal, miles de personas de toda clase se sentían atraídas hacia Jesús, conducidas a Él, porque todo en Él hablaba de poder.
Él demostró su poder sobre la enfermedad, poder sobre la naturaleza, poder sobre la muerte, poder sobre el pecado. Todos venían a Él, ricos, pobres, no importaba, porque se sentían impotentes en sus circunstancias. Cada uno de ellos, a su manera, estaba buscando el Reino.
Nicodemo en la Noche
Nicodemo, un líder religioso judío muy respetado, vino a Jesús buscando el Reino. Jesús le dijo que él necesitaba “nacer de nuevo” (vea Juan 3:3).
Un joven gobernante rico vino a Jesús buscando el Reino: “… ¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?” (Marcos 10:17). Tenía dinero, pero algo estaba faltando en su vida. Jesús le respondió que debía dar todas sus riquezas a los pobres y luego seguirlo (Marcos 10:21). Una mujer samaritana que había tenido cinco maridos ni siquiera sabia que estaba buscando el Reino hasta que se encontró con Jesús, mientras sacaba agua de un pozo en las afueras de su aldea. Allí Él le habló del “agua viva” que podía darle y que satisfaría su sed para siempre y se transformaría en una “fuente de aguas vivas” (Juan 4:10, 14). Ella le respondió: “Señor, dame de esa agua…” (Juan 4:15). En otras palabras, ella estaba preguntando “¿Cómo entro en este Reino?”.
La gente por todas partes está buscando el Reino, aunque ellos mismos no lo reconozcan con ese nombre. Por eso, la cosecha está lista. Todo lo que ellos necesitan es alguien que les muestre el camino. Cuando estuve en Malasia, no podía predicar de Jesús públicamente debido a que ese es un país musulmán. Me reunía con las personas más importantes del gobierno por cinco horas cada día y no podía mencionar a Jesucristo como salvador y Señor. ¿Qué podía hacer? ¡Les hablé sobre el Reino! Cuando terminé, todos compraron mis cintas y mis libros, y yo me fui a casa. Al poco tiempo comencé a recibir correos electrónicos de algunos de ellos diciendo cosas como: “Estuve leyendo su libro e hice la oración…”.
Algunos de esos líderes fueron salvos. ¿Por qué? Porque la gente no está buscando religión; están buscando poder, y el Reino ofrece poder. El Reino representa el dominio que perdimos cuando Adán y Eva cayeron, y nuestra naturaleza nos dirige en un intento constante de recuperarlo. Si predicamos el evangelio del Reino de Dios, la gente responderá.
Equilibrar la Vida Mientras Vivimos en Dos Reinos
Jesús comenzó su ministerio público con las palabras: “Arrepiéntanse, porque el Reino de los cielos está cerca” (Mateo 4:17). Como creyentes enfrentamos el desafío diario de vivir en dos reinos a la misma vez: el Reino de los cielos, donde está nuestra ciudadanía, y el reino de este mundo, donde residimos actualmente. El hecho de que estos dos reinos estén constantemente en conflicto le agrega un ingrediente a ese desafío.
Como siempre, debemos mirar a Jesús en busca de un modelo de cómo equilibrar la vida en los dos reinos. Un día, algunos líderes religiosos judíos que se oponían a Jesús quisieron atraparlo con una pregunta. Era una pregunta aparentemente sencilla, pero que podría haber puesto a Jesús entre la espada y la pared si Él no hubiera entendido claramente la realidad de los dos reinos y la relación entre ambos.
“Entonces salieron los fariseos y tramaron cómo tenderle a Jesús una trampa con sus mismas palabras. Enviaron algunos de sus discípulos junto con los herodianos, los cuales le dijeron:
-Maestro, sabemos que eres un hombre integro y que enseñas el camino de Dios de acuerdo con la verdad. No te dejas influir por nadie porque no te fijas en las apariencias. Danos tu opinión: ¿Está permitido pagar impuestos al César o no?
Conociendo sus malas intenciones, Jesús replicó:-¡Hipócritas! ¿Por qué me tienden trampas?
Muéstrenme la moneda para el impuesto. Y se la enseñaron.
-¿De quién son esta imagen y esta inscripción? -les preguntó.
– Del cesar -respondieron.
– Entonces denle al cesar lo que es del cesar y a Dios lo que es de Dios.
Al oír esto, se quedaron asombrados. Así que lo dejaron y se fueron” (Mt. 22:15-22)
La Imagen de un Rey
La respuesta de Jesús a la pregunta de sus enemigos era simple, pero contenía una profunda verdad. Como un hombre de reino, Jesús reconocía que todos los sistemas de gobierno tienen reclamos y demandas legítimas de su ciudadanía. Él simplemente dijo que debíamos darle a cada gobierno lo que le corresponda.
Cada reino terrenal tiene su propio sistema de impuestos. Porque la moneda utilizada para pagar las tasas de Roma llevaba la imagen del César, eso significaba que el César las reclamaba como propias. Él era el rey y simplemente estaba pidiendo lo que era suyo. Todo lo que llevara la imagen del César le pertenecía a él.
Del mismo modo, todo lo que lleva la imagen de Dios le pertenece a Dios. Como seres creados a imagen de Dios, nosotros le pertenecemos a Él, y Él puede reclamarnos de una manera que ningún reino terrenal puede. Los líderes humanos de la nación en donde vivimos y trabajamos y quienes nos otorgan la ciudadanía pueden hacernos reclamos legítimos sobre nuestro tiempo, dinero, labor, pero no pueden reclamar nuestro carácter. Nosotros portamos una imagen más profunda y respondemos a una demanda superior porque le pertenecemos a Dios.
Si el “César” pide nuestro dinero, debemos dárselo, porque pagar nuestros impuestos es una responsabilidad como ciudadanos de un país libre, pero si nos pide nuestra lealtad principal, allí es donde tenemos que trazar el límite.

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