• March 28, 2024

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Una charla con el Padre Heriberto Torres

» PÁRROCO DE SAN CAYETANO

“Entre sus sueños fue querer
ser doctor o piloto aviador; al
final, ganó el mandato de Dios”

Enfocarnos en el Padre Heriberto Torres, es remontarnos a Guadalajara, Jalisco, lugar donde nació y desarrolló parte de su niñez. Es también, recordar que pese a su etapa temprana supo lo que era la obligación de trabajar en el negocio de su padre, una dulcería, que en ese tiempo era la única en su colonia. Hoy en día, el párroco de la Iglesia San Cayetano -en Denver-, hace un viraje al pasado, sobre su recorrido de vida y hablar de sus sueños, en donde precisamente, visualizó en su momento querer ser doctor o piloto aviador. Pero a final de cuentas ganó el mandato de Dios.

Nació un 15 de enero de 1971 en Guadalajara, nos confió.

Al seguir con la entrevista, nos dijo que por razones de negocios de su padre, José Trinidad Torres, tuvieron que emigrar a la ciudad de Ocotlán, Jalisco, en donde prácticamente el Padre Heriberto pasó sus primeros cuatro años de vida. Pero el destino les tenía reservada otra ruta, la de regresar a su lugar de origen.

Inició el diálogo

Aquí, el Padre Heriberto, en su época de estudiante de secundaria.

Recordar el ayer, lo emociona, lo pone serio y no puede dejar de mover sus manos, en cada momento que su mente le trae un recuerdo. Está en su zona de confort, en su oficina, resguardado ante la mirada inerte de varios santos, la Virgen de Guadalupe y claro es, San Cayetano.

“Fue una niñez corta, en el sentido porque desde chico me tocó trabajar con mi papá en su negocio de dulcería que había abierto y que era la única en la colonia donde vivíamos. Recuerdo que iba a la escuela y al regresar, era estudiar algo y trabajar. Era de todos los días. Quizás andaba ya en los 12 años de edad. Era una labor difícil, para mi edad, porque no solo era atender el negocio, sino también cargar cajas pesadas y moverlas de un lado a otro. A mi padre le gustaban los animales, tenía borregos, vacas, criaderos de gallinas y una huerta de limas muy grande. Así que además de cuidar también los animalitos, parte del trabajo cuando había la cosecha de limas, donde llenábamos muchos costales, era el ir de casa por casa para venderlas o en los famosos tianguis”, recordó el Padre Torres, ante el silencio de Linda Sosa, directora de Relaciones Publicas de San Cayetano y atenta a la entrevista.

Y, como todo niño, una de sus pasiones era hacer deporte. En especial, se inclinó por el fútbol. Precisamente de este comentario, surge otro recuerdo: “Mi padre era muy estricto, con mucha disciplina y celoso del trabajo. Recuerdo que una vez yo jugaba con mis amigos y me vio jugar fútbol, por lo que se molestó mucho. Posiblemente pensaría que yo estaba todo el tiempo jugando. Así que me dijo en ese momento que ‘aquí, el que no trabaja… no come’. Y después, me dejó un ‘recuerdito’…”

Una familia católica

La familia del Padre Heriberto, compuesta por su papá don José y su mamá, María del Refugio Velázquez, ambos de Arandas, Jalisco, siempre se

consideraron como una familia católica y siempre iban a la iglesia, por ello el ahora párroco de San Cayetano, se mantuvo cerca a esta doctrina.

“En mis tiempos de vacaciones ayudaba como acolito a la parroquia y esa experiencia fue importante a mis 12 años de edad. Creo que fue ahí cuando Dios puso la semilla de la vocación. A esa edad fue cuando también entré al Seminario en Guadalajara, aunque antes tuve que ir al preseminario, para reafirmar si a uno le gusta, hay vocación y también si somos elegidos”, comentó.

Al principio, como todo adolescente, tenía otras inquietudes, como el sueño de ser doctor, gracias a la influencia de su padrino de bautismo Manuel; o en su caso, quería ser piloto aviador… “pero bueno, yo creo que pesó más lo que Dios tenía preparado para mí. También ayudó el tener contacto con mi párroco, un sacerdote santo que me dejó una buena impresión y el trabajo como acolito, que era como algo que me llamaba a esta labor”, recordó.

Gracias a su primo Jesús entró al preseminario. Heriberto Torres lo hizo para estudiar la secundaria y su primo la preparatoria. A los dos años Jesús dejó la escuela y el ahora Padre de la Iglesia San Cayetano siguió ahí. “Recuerdo que salía del seminario todos los domingos para ver a mi familia y llevar la ropa a lavar. Terminé la secundaria y la preparatoria en 3 años. Después entré al seminario mayor para estudiar Filosofía y Teología. Ahí uno aprende mucho, sobre todo para ir discerniendo la vocación; aunque también surgen dudas sobre nuestra vocación, como joven que era. Además, estudiar Filosofía hace una revolución intelectual y de personalidad. Es ahí cuando viene una crisis y es donde decido dejar el seminario por un año, para experimentar la vida fuera del seminario, como cualquier otra persona, normal. Fue una experiencia que me ayudó mucho en madurar y regresar al seminario. Creo que como que albergaba tener la vida como cualquiera otro; pero no se dio y nunca tuve una novia, aunque si muchos amigos. Ahí fue entonces que fui en busca de mi vocación y el mandato de Dios”, añadió.

La experiencia en EE.UU.

El Padre Heriberto terminó hasta el segundo grado de Teología en el seminario de Guadalajara y se trasladó al seminario de Tepic donde logró su objetivo.

Una fotografía del recuerdo, cuando cursaba la preparatoria.

Fue ahí donde conoció al Padre Patricio, quien en ese tiempo era el providencial de los padres teatinos en Estados Unidos.

Fue a través de un compañero de quien recibió la invitación para tener una experiencia en el país de las “barras y las estrellas”, por lo que tuvo que dejar el seminario diocesano en México y moverse a los Estados Unidos con el Padre Antonio Flores –ahora teatino- y el Padre Salvador Cisneros –quien también estuvo en la Iglesia San Cayetano- y fue así que en 2001 llegaban a Denver. Estudiaron tres meses en el seminario de San Andrés y al mismo tiempo de ir a sus clases de inglés a la Universidad Regis.

Después tuvieron que hacer otro cambio, y ahora fue rumbo al Valle de San Andrés para iniciar con su noviciado, lugar donde se encontraba el Padre Patricio.

Vino otra experiencia importante y de ello el propio Padre Heriberto nos lo comenta: “A mí y al Padre Antonio nos mandaron a Roma para seguir estudiando alrededor de 7 u 8 meses. De ahí regresamos a Denver y fue a la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe y lo hicimos como estudiante y ya próximo a ser ordenado como Diacono. Estuvimos como unos seis meses antes de ser ordenado, para después lograrlo. Un día antes de la ordenación, realizamos en la Iglesia del Sagrado Corazón –en Durango, Colorado- la procesión solemne, que es la consagración y de ahí la ordenación diaconal”.

El final

Aunque había mucho tiempo para seguir con la entrevista e información que compartir por parte del Padre Heriberto Torres, hubo un momento para recordar una fecha inolvidable: “Después de seis meses de ser ordenado como Diacono, finalmente llegó el momento de ser ordenado como sacerdote y eso fue el 21 de abril de 2005 en la Catedral de Guadalajara, junto con los Padres Antonio, Salvador y Damián”.

Pero antes de cerrar esta historia, de apagar la grabadora que ha logrado atrapar cientos de entrevistas, no pude evitar hacerle una pregunta de ¿Cómo logran darle un balance a su vida, ya que como sacerdotes enfrentan situaciones muy difíciles con sus feligreses, desde estar en su lecho de muerto hasta en situaciones complicadas y que no les afecte el lado humano?

La respuesta fue inmediata:

El Padre Heriberto Torres, durante la entrevista. (Foto:LPDC/Germán González).

_“Nunca será difícil cuando uno enfrenta estas situaciones humanamente con la gente, pero ante todo está la gracia de Dios que siempre nos ayuda. No es que uno se acostumbre al dolor humano. Nunca se puede uno acostumbrar, pero se vive desde la Fe que es lo que cambia la perspectiva, la esperanza y la confianza en Dios, que es Él que toma en su providencia la situación de cada uno y especialmente su gracia la experimenta uno fuertemente en el sacramento de la confesión, donde hay situaciones muy complejas y sobre pasan la capacidad humana; pero es donde Él nos da su gracia, no solo para olvidar lo que ha pasado con el sacramento, sino para continuar de una forma sana, emocional, psicológica y espiritual”.

Finalmente, como reto principal que tiene en la Iglesia San Cayetano, dijo que “el reto más grande, es el ser un instrumento de la presencia de Dios para el pueblo, de atraer a la gente a Dios, no hacia mi o a la parroquia. También de dar la oportunidad a todos los feligreses de sentirse bienvenidos a su casa y ayudarles a descubrir y aceptar sus dones y carismas que han recibido para el servicio de Dios”.

Gran Bazar 2018

Por último, el Padre Heriberto invitó a la comunidad de San Cayetano y sus alrededores a participar en este gran evento que tiene más de 70 años de historia y a través de tres días logra reunir a más de 10 mil personas, que conviven como comunidad, disfrutan de rica comida tradicional, de juegos mecánicos para los niños, de la tradicional Lotería, bastante entretenimiento musical y vuelve el concurso de las Reinas. El Gran Bazar San Cayetano es 3,4 y 5 de agosto.

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