• November 23, 2024

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Desde Mi Trinchera

Por Carlos Klinger
Por Carlos Klinger
¿El alma puede ser juzgada
 después de la muerte?

No pretendo hacer un análisis acerca de la sepultura de los difuntos, la cual está de moda en el Vaticano, pero si manifestar mi modesta opinión del tema. Es cierto, que existe la unión del alma y el cuerpo hipostáticamente.Sin embargo, aún separada, el ser con el que funda la persona o hipóstasis le pertenece en propiedad y por eso conserva su identidad y todos aquéllos rasgos que se asientan en las facultades sensitivas y las especies inteligibles a partir de los sentidos y por acción del entendimiento. Por eso el alma puede comprender y ser juzgada después de la muerte, pero aún no en un proceso final.

No cabe duda que en el comentario estaremos, echando mano de la filosofía y de la teología, que es razonar la fe con conceptos filosóficos, que es la tradición escolástica, para explicar la doctrina sobre la resurrección de la carne: el hecho anunciado de que todos los muertos resucitarán.

Esta verdad, para muchos creyentes se fue abriendo camino en el pueblo de Israel, pero poco a poco y envuelta en oscuridades, hasta el punto en que el Rabí de Galilea se encontró con los fariseos que creían en la resurrección y los saduceos que se burlaban de ella.
No es de extrañar que se hicieran preguntas de cuál era el destino provisional de quienes habían muerto o morirían con anterioridad a ese momento escatológico. Pero hablar de este tema aquí, alargaría innecesariamente mi presente comentario y no me dan espacio para tan largo y complejo tema.

Presentar el alma humana como un “ente de razón”, dándole valor de lo real, es contaminación cultural propia de los griegos y que se explique la muerte como “la separación” del alma y del cuerpo dándoles destinos diferentes, aunque de forma provisional, sigue siendo un producto de tal contaminación. ¿No es más sencilla la explicación paulina de que los muertos “duermen”?

Por otro lado, los primitivos hebreos creían en la supervivencia después de la muerte. Distinguían entre cadáveres que permanecían en el sepulcro y los refaim que pervivían en una existencia umbrátil en el Seol. Y así los hermanos de José mintieron a su padre Jacob diciéndole: “Una bestia feroz lo ha devorado”. Pero, a pesar de esto, aunque no hay posibilidad de enterrarlo en un sepulcro, dice Jacob: “Y ciertamente enlutado bajaré al seol por causa de mi hijo”. Aquí seol no equivale a sepulcro terrenal, sino al lugar extra-terreno a donde fueron todos sus antepasados. Pero la historia sigue y en el Salmo 16 se dice: “pues tú no abandonarás mi alma en el seol, ni permitirás a tu Santo ver corrupción. Me darás a conocer la senda de la vida; en tu presencia hay plenitud de gozos; en tu diestra deleites para siempre.” Y en el Nuevo Testamento Jesús nos dice: “Y no temáis a los que matan al cuerpo, pero no pueden matar el alma; mas bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno.” Jesús, pues, hace suyas determinadas doctrinas conocidas ya en el judaísmo de su tiempo. Dicho de otra manera, la pervivencia del “alma” integrada en la FE en la resurrección del cuerpo y del alma, en cuanto que esa pervivencia era previa a la resurrección.

Es por eso, a mi modesto entender, que la unidad personal hipostática entre el alma (o espíritu), y el cuerpo no impide la supervivencia después de la muerte. De hecho, muchos sabemos, que la escatología vetero-neo testamentaria es de doble fase basada en la misma Escritura y reafirmada después por la Iglesia.

Por eso es que nuestra FE no depende tanto del uso que le demos a nuestros restos y cenizas, sino de la creencia en la proclamación de Jesús de Nazaret sobre la vida eterna, a pesar de mis “seniles locuras,” siempre estoy por el respeto a lo que en sí significan y por eso finalizo diciendo que es solo una opinión de un cristiano que nada “contra la corriente”.

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