Un Día del Recuerdo
A propósito de celebraciones y en especial de la ya pasada “Memorial Day”, como de costumbre conviviendo con mi familia, tuve tiempo de pensar que todos nosotros necesitamos un “Día del Recuerdo”. ¿A que me refiero con ello?
Me refiero a esos miles de soldados anónimos que están librando la batalla contra el “flagelo” silencioso llamado Cáncer.
Especialmente en tiempos de que recordamos a nuestros prójimos que están sumidos en su “trinchera” esperando aquel “abrazo” solidario acompañado de palabras de aliento y esperanza. La batalla es dura, con sacrificios, tanto para el enfermo como los miembros de su familia.
Los que hemos tenido la oportunidad de luchar y vencer la batalla, pero aún estamos en guerra contra el enemigo silencioso.
Yo estoy profundamente agradecido que tenemos en nuestro Abba celestial que siempre podemos orar y decir: “Es tiempo para un abrazo del oso” Y sentirnos abrazados por su cariño incondicional.
Para los que hemos tenido la oportunidad maravillosa de comprobar su promesa: que él es “nuestro amparo y fortaleza, una ayuda siempre buena en tiempo de angustia. Por lo tanto, no temamos porque nuestro Creador”, Dios es nuestro refugio y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones.
Por tanto, no temeré, aunque la tierra sufra cambios, y aunque los montes se deslicen al fondo de los mares”. Esa es la razón por la cual David pudo decir cuando era un fugitivo de su vida, “busqué al Señor y Él me respondió y me libró de todos mis temores”.
Pero estamos viviendo tiempos vertiginosos, donde lo material es más importante que el prójimo que está sufriendo. Enviar texto por teléfono es más importante que entregar una palabra de aliento o darle un “abrazo del oso” aquel amigo, familiar o prójimo que necesitaba un abrazo sincero; porque estaba sola, su vida rota, lastimada por la enfermedad o con miedo.
En este mundo tan ocupado, se está poniendo más difícil y más difícil encontrar a alguien que vea que usted está en necesidad de cierta ternura y aliento y dejar tiempo suficiente para regalarle o compartir con usted.
Casi nunca tenemos tiempo para cumplir lo que Cordero nos enseñó y lo que menos hacemos es buscar y ayudar a las personas que nos necesitan. ¿O estamos demasiado ocupados? ¿Demasiado absorto en sí mismo? ¿Demasiado preocupados en cosas sin sentido? A veces, en la mayoría de las ocasiones evitamos a las personas con alguna necesidad en especial, porque sencillamente no sabemos qué decir.
Recordemos que no son solo las palabras que necesitan de nosotros. Sino que también necesitan de nuestra atención, nuestro cariño fraterno, nuestra disponibilidad.
Lo que no necesitan es nuestro análisis, nuestro juicio, nuestra crítica. Sólo necesitan sentir el corazón del Rabí de Galilea a través de tu corazón y el abrazo de Jesús a través de nuestro abrazo.
Por lo tanto, mis queridos amigos(as) lectores de La Prensa de Colorado y del FB, abramos los ojos a los heridos, a los “soldados” invisibles, a las personas que luchan contra el Cáncer o tienen otros problemas en sus vidas.
No seamos personas indiferentes al dolor que pasa por la vida de nuestro prójimo. Puede ser alguien totalmente desconocido, como puede ser un amigo o familiar, alguien que necesita de una llamada, una nota, un correo electrónico.
Tal vez es alguien en la iglesia, en la escuela, en el trabajo, en medio de sus conocidos, en Facebook. Pero sin mirar su cara y escuchar su corazón, ustedes sabrán que la tormenta es realmente intensa para ellos ahora mismo. Y sabrán qué ahora es el tiempo… ¡para un abrazo del oso!