Una fecha que
no se olvida…
Recuerdo que un 11 de septiembre, manejando por las carreteras de Houston, Texas, iba con rumbo para ver a unos amigos. Era temprano. De pronto, recibí una llamada y con la voz entrecortada, casi al punto del llanto, uno de ellos me hablaba para cancelar la cita al café. Y me dijo el por qué: “Acaban de bombardear las Torres Gemelas de Nueva York y hay muchos muertos…”
Aún conservo lo relatado en ese momento. Sentí preocupación y miedo de alguna manera. Después, otro de mis amigos me reveló lo mismo, pero ahora con la información de que también al pentágono lo habían atacado.
Opté por regresar a casa y prender la televisión. Todos los canales mostraban el atroz ataque de los terroristas y las imágenes de gente corriendo o
huyendo de los edificios, con sangre en el rostro y un polvo tan feroz, como el momento que se vivía, y no solo en Nueva York, sino en todo Estados Unidos y fuera del país. Era como si los aviones nos hubieran impactado a todos, no importando el lugar de residencia; pues el corazón sufría por igual.
Después de lo vivido en el terremoto de 1985 en la Ciudad de México, éste era el segundo acontecimiento que hizo a mi cuerpo estremecerse y contemplar un momento de mucha incertidumbre, preocupación, miedo y frágil, tan frágil que pensaba que donde me encontraba podría ser un punto clave para atacar por los terroristas, por la simple razón de que me encontraba en la Ciudad Espacial, donde la NASA tiene una de sus sedes importantes.
Dos días después del 11 de septiembre de 2001, tomé camino rumbo a lo que desde entonces es mi casa: Denver.
Y, medida de que la nación se prepara y pasa la fecha donde no solo se recordó y honro a las víctimas del brutal ataque, es difícil no dejar de pensar lo que ocurrió esa fecha y por más que el calendario se vaya desaojando, hay sentimientos encontrados, de ¿Por qué se tiene que golpear no a un país, sino al corazón de un país que es su gente? ¿Por qué?
Leía un apunte de las Escuelas Públicas de Denver en alusión a esta fecha que se me hizo interesante y enfocado en aquellas escuelas que están llenas de estudiantes que nacieron después de que ocurrieron los ataques, de llevar un acto conmemorativo, con el fin de que estos pequeños y jóvenes aprender, reflexionen y garantizar para que los estudiantes conozcan el impacto de los ataques de 2001, en donde, por cierto, se contó con los cadetes del programa del Cuerpo de Entrenamiento de Oficiales de la Reserva Junior del Ejercito de la Escuela Secundaria East –JEOTC, por sus siglas- quienes marcaron la ocasión con una ceremonia de descenso y alza de las banderas. Me encanta que los hechos no se olviden y se recuerden con respeto, pero al mismo tiempo las nuevas generaciones sepan lo que ocurrió esa fecha, de que hay héroes anónimos, muchos de ellos perdieron la vida y sus familias nunca los tuvieron de vuelta a casa.
Mis respetos para uno de los departamentos que siempre he admirado: el cuerpo de elementos de Bomberos.
Y, si, como bien dije arriba, es una fecha que no se olvida y no nos queda más por pedirle al Supremo a que esta historia no se vuelva a repetir.