Pedro H. Gonzalez
Avanza el otoño y avanzamos también nosotros en el entendimiento y en la labor de esparcir por todos los medios, a todas las personas en todos los lugares, de todas las formas, todos los días, esta maravillosa verdad que es el evangelio del Reino bajo el nuevo pacto; la verdad presente enmarcada en el propósito eterno. Hablamos de la sangre del cordero que quita el pecado del mundo, hablamos de Cristo en nosotros, la esperanza de gloria, hablamos de una verdad que libera, que transforma, que nos posiciona en el hijo que es donde al Señor le place que estemos y que es en resumidas cuentas el mejor lugar al que podamos aspirar.
El himno religioso dice: No hay lugar más alto que estar a tus pies, y aunque es atractivo y seductor, no deja de ser una mentira que cantamos y que engaña a nuestra alma y nos degrada. Bíblicamente no lo encuentro en ninguna parte, pero lo que sí encuentro es que estamos sentados juntamente con Él, en los lugares celestiales. Vea Efesios 2:4-6 para que lo compruebe.
Ahora, allí se nos muestran varias cosas: Primero una realidad y condición pasadas.
Es decir estábamos muertos en pecados, pero hay que enfatizar que estábamos, eso es pasado. Segundo: Que él nos resucitó, eso es un presente continuo, es decir ocurrió en el pasado pero afecta nuestro presente. Por último nos informa que nos hizo sentar (de nuevo es un presente continuo) en los lugares celestiales, es decir desde donde el gobierna, desde donde él domina.
Toda esta verdad expresada en tres sencillos pero profundos versículos bíblicos, ocurre por gracia, pero tiene un propósito y es el de que seamos una extensión del gobierno de Dios en la tierra. Cuando el gobierne en mi yo estaré habilitado para gobernar, no antes. Cuando Él esté en mi yo estaré capacitado para manifestarlo. Hay quienes dirán que están en Él o que Él está en ellos pero todavía se negaran a gozar de la justicia que es en El.
En el artículo de la semana pasada nos referimos al tema de la justicia diciendo que nadie es justo según sus obras, pero el tema estaría incompleto si no entendemos que hay muchos justos y que aquellos que hoy son considerados justos, lo son con el único propósito de manifestar la justicia de Dios en la tierra.
Leamos 2 Corintios 5:21 Al que no conoció pecado, lo hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en él. …
Lo puede ver? Los que conocíamos pecado y estábamos muertos en ese pecado fuimos rescatados de la condición de pecado y a El, que no conoció pecado, a ese lo hizo pecado y para que? Bueno, ¿para que nosotros fuésemos buenos? Mas; para que fuesemos santos? Más aún; para que fuésemos justificados? Si, pero hay más aún. Es para que seamos hechos la justicia de Dios sobre la tierra. Gloriosa verdad, poderosa verdad, maravillosa verdad, pero solo tiene su cumplimiento en El.
Pregunto a cada lector que ha entendido: Pueden sus obras o podrían sus obras hacerlo a usted o a cualquiera, justicia de Dios? La respuesta es obviamente no.
Solamente la obra consumada de Cristo podría lograrlo y solamente la gracia pudo motivarlo, fue por gracia amados y es por fe, para que todo aquel que crea…es para todo aquel que crea, y el que dice creer debe en realidad creer que es un regalo, impartido, dado, de gratis, que no hay obras que se nos pidan para reclamarlo, pero también implica que siendo un regalo tan valioso, hay que lucirlo, hay que usarlo y hay que darlo a conocer.
El evangelio significa buenas nuevas y las buenas nuevas son para compartirlas, para darlas a conocer, esa es nuestra labor, con ese propósito fuimos hechos justicia de Dios en Él, por eso entendemos también no haber ninguna condenación para los que están en Cristo Jesus.
Libertad, libertad disfrutemosla en los sanos parametros de El
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