Por Enrique Monterroza
Somos muy buenos para pedir a Dios, y queremos que nos responda rápido, somos muy bíblicos a la hora de pedir puesto que Jesús mismo nos dijo que si pedíamos se nos daría, si buscábamos hallaríamos y si tocamos a la puerta, esta se nos abrirá. Pero al mismo tiempo deberíamos también ser bíblicos a la hora de analizar que es lo que Dios pide de nosotros.
Es cierto que Dios es Todopoderoso y capaz de responder a nuestras peticiones, pero también deberíamos pensar que Él como Padre anhela que nosotros sus hijos seamos como Él quiere que seamos.
Veamos que dice la Palabra de Dios en cuanto a lo que Dios quiere de nosotros:
“«Altísimo Dios y rey nuestro, ¿cómo podemos presentarnos ante ti? Podemos ofrecerte terneros de un año, pero no es eso lo que quieres; podemos ofrecerte mil carneros, o diez mil litros de aceite, pero tampoco eso te agrada; ¡ni siquiera esperas como ofrenda al mayor de nuestros hijos en pago por nuestros pecados!» Pero ya Dios les ha dicho qué es lo mejor que pueden hacer y lo que espera de ustedes.
Es muy sencillo: Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Miqueas 6:6-8 (Traducción en lenguaje actual)
Esta Palabra nos enseña que Dios no quiere sacrificios, que Dios no quiere nada material, ni humano, lo que Dios quiere en síntesis es: “Dios quiere que ustedes sean justos los unos con los otros, que sean bondadosos con los más débiles, y que lo adoren como su único Dios.”
Lo que Dios pide son acciones que solo puede producirse en un corazón renovado, en una persona que ha nacido de nuevo, es un hijo de Dios que sabe realmente cual ha sido su llamado y que anhela diariamente agradar a su Padre Celestial.
Pero la pregunta es: ¿Estaremos cumpliendo con lo que Dios quiere de nosotros?
Por un momento reflexiona cuan justo has estado siendo con los demás, reflexiona que tan bondadoso eres con lo más débiles y sobre todo reflexiona si Dios es quien esta en el primer lugar de tu vida.
Son tres cosas muy imporrtantes, pareciera que la última es la más fácil, pero si realmente amas a Dios y lo reconoces y lo adoras como el único Dios de tu vida, entonces las otras dos tendrían que fluir fácilmente de tu vida, pero si no es así entonces debemos examinar que es lo que esta pasando.
Hoy te invito a sincerarnos delante de Dios, a evaluar nuestros nivel de justicia, de amor, de bondad, de misericordia hacia los demás y el nivel de amor y comprensión que tenemos acerca de Dios para cumplir lo que Él quiere de nosotros.
Tratemos de no ser egoístas queriendo solo que Dios nos de, seamos agradecidos también dándole a Él lo que Él quiere de nosotros y eso no tiene que ver con lo material o con una acción en especifica, sino con un corazón que lo ame sinceramente y que viva para Él y entonces todo lo demás será más fácil.
¡Es más fácil amar a los demás cuando aprendemos a amar a Dios con total sinceridad!
¿Estás dispuesto a dar a Dios lo que Él quiere de nosotros?