La Prensa de Colorado Por: Nicolás Rangel
Los orígenes de la celebración del Día de Muertos en México, pueden ser trazados hasta la época de los indígenas de Mesoamérica, tales como los Aztecas, Mayas, Purépechas, Nahuas y Totonacas. Los rituales que celebran las vidas de los ancestros se realizaron por estas civilizaciones por lo menos durante los últimos 3,000 años. En la era prehispánica era común la práctica de conservar los cráneos como trofeos y mostrarlos durante los rituales que simbolizaban la muerte y el renacimiento.
El Día de Muertos es una celebración mexicana que honra a los ancestros durante el 2 de noviembre, coincidiendo con la celebración católica del Día de los Fieles Difuntos. Aunque se ve primariamente como una festividad mexicana, también se celebra en muchas comunidades de los Estados Unidos donde existe una gran población México-americana, quienes se han negado a dejar morir su costumbres dejadas por sus ancestros.
En los países de tradición católica, se celebra el 1 de noviembre. En los Estados Unidos esta festividad se llama “Halloween” o “día de las brujas”. Celebrar a la muerte en México no es nada nuevo, ya que estas fiestas se realizaban desde fechas próximas al año 1800 A.C. En el calendario mexica podemos observar que de los 18 meses que forman este calendario, había por lo menos seis festejos dedicados a los muertos.
Sin lugar a duda en todo México está presente esta celebración; sin embargo, uno de los estados más representativos de esta fiesta se encuentra en el Estado de Michoacán, para ser más específicos en Janitzio, pues la costumbre se basa en erigir un altar sobre la tumba de sus difuntos y las mujeres se sientan resignadas y llorosas a contemplar las llamas de las velas o veladoras, haciendo oraciones hasta el amanecer.
La celebración del Día de Muertos, como se le conoce popularmente, se practica a todo lo largo de la República Mexicana, de acuerdo con la tradición o creencia mexicana el día primero de noviembre esta dedica a los “muertos chiquitos”, o a “todos los santos” y el día dos, a los fallecidos en edad adulta o “fieles difuntos”. En algunos lugares del país el 28 de octubre corresponde a las personas que murieron a causa de un accidente. En cambio, el 30 del mismo mes se espera la llegada de las almas de los “limbos” o niños que murieron sin haber recibido el bautizo.
Este tipo de celebraciones en México dedicada a las almas de los muertos que según las creencias tienen permiso esos días para regresar al mundo de los vivos está acompañado de todo un ritual, representado principalmente por una ofrenda como homenaje, adornada de papel picado, la cual se compone del retrato del difunto, doce cirios, flores de cempaxúchitl, una cruz, la clásica calabaza de dulce, las calaveritas de dulce con el nombre de su difundo gravado en la frente, pan de muerto, inciensos, copal, agua, la comida que en vida le gustaba, bebidas alcohólicas que fueron del gusto del difunto generalmente representados de tequila, pulque, cerveza y mezcal, etc. Asimismo, no podrían faltar las calaveras literarias; se trata de versos rimados que ironizan situaciones de personajes populares e impopulares usando el tema de la muerte con una intención humorística sobre alguna característica peculiar de la persona de que se trata.
Por último, la adaptación cultural que se hizo del popular dicho “Trick-or-treat” en la cultura estadounidense por los niños en el día de muertos o “Halloween”, en México cambió por “¿me da mi calaverita?”.
