• November 25, 2024

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Comentario Semanal

La mitología
antigua aún sigue
muy presente

Recientemente leí un libro sobre mitología comparativa escrito por alguien quien, con claro conocimiento del tema, fácilmente navega el complicado laberinto de las antiguas historias y, sin dejarse intimidar ni por monstruos ni por dioses, conecta relatos aparentemente desconectados tanto entre ellos como con la tecnología, la ciencia y las religiones modernas.Desde hace mucho que entendí que la mitología, lejos de ser pura fantasía o mera leyenda, es en realidad un lenguaje distinto al que estamos acostumbrados a usar para hablar para hablar de la realidad, tanto aquella (supuestamente) externa como de aquello que nos sucede a cada uno de nosotros.

Y desde hace mucho que sé que aquellas antiguas historias, consideradas sagradas por quienes las contaban y las escuchaban, tenían y de hecho aún tienen un poder explicativo sólo comparable (y no por casualidad) al de la ciencia moderna.

Lo que a veces me resulta difícil explicar y a muchas personas aceptar es que aquella mitología, aquellas historias, aquellos dioses de civilizaciones ya desparecidas aún siguen con nosotros y entre nosotros, no con la presencia que alguna vez tuvieron sino transformados, alterados, cambiados y hasta escondidos (quizá por vergüenza propia y ajena).

Aún más interesante, muchos de los símbolos que los antiguos asociaban con aquellos dioses y que usaban para representarlos siguen todavía siendo usados hoy, a veces casi intactos, en los lugares más inesperados, casi parece que con la intención explícita de transformar lo mundano en lo supernatural, lo profano en la sagrado, lo común en lo mágico.

¿Pero en qué se han transformado aquellos dioses que alguna vez dominaron los panteones de Egipto, Babilonia, Grecia y Roma? ¿Dónde se han ocultado con la esperanza de ser y no ser vistos, de ser descubiertos pero seguir escondidos?

Tomemos, por ejemplo, el caso de Apolo, alguna vez considerado como el dios de la música, la medicina y la luz. Dos milenios después, queda recluido al nombre de un programa espacial de la NASA. Y Orión, el mítico guerrero, presta su nombre al próximo programa especial.

Midas, quien todo lo que tocaba lo convertía en oro, ahora es un taller de reparación de automóviles. Y los Titanes, los viejos dioses que infructuosamente lucharon para mantener su puesto, ahora siguen luchando en el campo de un equipo de la NFL.

Los ejemplos se multiplican. Janus, el dios con dos caras, una mirando al futuro y la otra al pasado, ahora vende seguros. Y la diosa de la victoria, en griego llamada Niké, se oculta ahora detrás de calzado y ropa deportiva.

Y ni que hablar de las pirámides, los árboles, las flores, las serpientes, los pilares y tantos otros símbolos que, aparentemente fuera de contexto, aparecen en películas, carteles, publicidad, edificios, sellos y, por cierto, hasta en el dinero.

¿Somos realmente tan “avanzados” como creemos ser? ¿Hemos realmente dejado de lado y “superado” la antigua mitología o simplemente la hemos comercializado? Quizá por eso la mitología (sin entenderla) se enseña cada vez más en la carrera de administración de empresas.

Francisco Miraval es el fundador y director de Proyecto Visión 21, LLC, un servicio bilingüe de información y noticias (www.noticiasyservicios.com) en Aurora, CO. Escríbale a fmiraval@newsandservices.com.

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