EL GUSANO DE LA HARINA
Desde que se creó el plástico, sin duda alguna este producto tan utilizado en el mundo ha generado un problema ambiental universal cada día más preocupante, pues se dice que aproximadamente cada año se vierten al océano 6.4 millones de toneladas, afectando de manera significativa la vida marina de muchas especies ocasionado por la ingesta accidental de plástico o por asfixia, tal y como está ocurriendo a los albatros. Tan
solo en los Estados Unidos se recicla el 10% de 33 millones de toneladas que se producen, porcentaje que resulta nulo si consideramos el consumo a nivel mundial. Ante esta preocupante situación, a todos nuestros amigos lectores interesados por la conservación de nuestro medio ambiente, vengo a darles una noticia excelente.
Se trata de nada menos de una singular larva que miden alrededor de 2.5 mm y que en edad adulta llegan a medir hasta 2 cm de largo, su nombre científico es el “tenebrio molitor” o conocido comúnmente como “gusano de la harina, gorgojo negro o escarabajo molinero; en inglés se conoce como Yellow Mealworm”.
Las larvas que se emplean como alimentos tienen un color miel, pero a medida que crecen cambian hasta 12 veces de piel y se vuelven de color más gris hasta transformarse en ninfas un poco duras, posteriormente se convierten en escarabajos de color negro con alas pero no vuela y vive aproximadamente 2-3 meses.
Regularmente se les encuentra entre piedras y troncos, siendo en ocasiones una plaga para los productores de granos, pues se alimentan de plantas, semillas, hojas caídas, heces, insectos muertos, etc.; sin embargo, no todo es desastre en este pequeño gusanito, pues se utiliza además como comida para reptiles y aves y como cebo para los peces y en algunas ocasiones para el consumo de los físico culturistas como parte de su dieta porque contribuye al desarrollo y volumen de los músculos, pero lo más importante es que científicos de la Universidad de Stanford en California han descubierto que este pequeño gusanito es capaz de alimentarse de espuma de poliestireno, que es un plástico no biodegradable utilizado para fabricar entre otros, productos desechables; además, son capaces de transformar el 50% de plástico que consumen en dióxido de carbono y el otro 50% lo excretan como fragmentos biodegradados que pueden ser utilizadas como fertilizante de cultivos alimentarios sin afectar en lo mínimo su salud.
Este resultado se obtuvo a través de un experimento donde los investigadores colocaron 100 gusanos de la harina en una caja rellena de poliestireno y otro número similar con la dieta acostumbrada habitual como plantas, semillas, etc. Los gusanos comieron entre 34 y 39 miligramos de este plástico al día, convirtiendo la mitad de la espuma de poliestireno en dióxido de carbono y el resto fue excretado en fragmentos biodegradados. De acuerdo a estos resultados, el secreto se halla en las bacterias que tienen en sus sistemas digestivos y se dice además que podrían ser capaces de degradar otros plásticos; en este sentido podríamos estar ante una nueva opción para tratar este tipo de residuos; por lo que el próximo paso será encontrar la manera de extraer esas bacterias y utilizarlas directamente para tratar este problema. (Para mayor información de estos resultados puede consultarse la revista Environmental Science and Technology).
Ante esta preocupante problemática nosotros podemos poner nuestro granito de arena mediante medidas sencillas tales como la utilización de bolsas reutilizables o con materiales que no dañen el medio ambiente, reducir el consumo de envases plásticos y de ser posible transportar los líquidos en termos o cantimploras, etc.