* Por los que no tienen voz…
Muchas veces es sumamente difícil poder expresar ¡qué ha sido tu vida! y porque eres un “rebelde con causa”. En lo personal -desde mi adolescencia- me sentí comprometido con las causas sociales, políticas y cristianas (estoy hablando de seguir a Cristo y no a una denominación determinada). Lo que me ha llevado por muchos años a una serie de trabajos y actividades comprometidas con la realidad de mi comunidad y en especial por los más pobres, los que no tienen voz, los marginados, los olvidados, los que sufren y que no tienen un consuelo “físico” de tener un pan en su mano para saciar su hambre, ni tampoco el consuelo espiritual para tener esperanza en un mañana mejor.
Lo quiero explicar simplemente así: La opción por los “marginados” es una opción ética, porque buscamos ante todo la fraternidad, igualdad y la justicia. Este mundo es injusto. Es una opción basada en el amor a los oprimidos que están injustamente oprimidos. No se trata de un amor asistencial, proteccionista y paternalista; sino de un amor liberador, que es al mismo tiempo participativo, es decir, que reconoce a los pobres como sujetos capaces de decidir por sí mismos su propio destino. Participan en la vida como sujetos libres, no como dependientes. Se trata de la promoción de las personas y pueblos oprimidos como sujetos, no como objetos de compasión y de asistencia por parte de los poderes “faticos” del dinero y la política.
La opción por los pobres es una opción crítica que, a mi modesta opinión, no acepta ni el sistema capitalista, ni el sistema socialista porque los dos terminan siendo “corrompidos” por el propio hombre. Los dos generan o producen pobreza y constantemente genera sumisión, dependencia y esclavitud a personas y pueblos enteros. Es, por tanto, una opción política anticapitalista, antiimperialista y anti-socialista que se compromete a la liberación de la criatura humana en el contexto histórico concreto del mundo. La opción por los humildes hace una interpretación de la historia, de la realidad. Una interpretación que es subversiva. Es decir, hace una lectura de la historia, no a partir de la escala de valores tradicionales y vigentes en esta sociedad de consumo, como son los valores del dinero, del poder o del prestigio, sino desde abajo, desde los pobres y oprimidos, desde los valores de la libertad, la vida, la dignidad de todos los seres humanos. Significa un proceso de maduración personal y rebeldía contra la cultura dominante del sometimiento por dinero y del poder político.
Es una opción cristiana. ¿Qué añade lo cristiano a esta opción de los pobres de tipo ético? Pues sencillamente que el fundamento de esta opción, además de la justicia, es la fe, es decir, la adhesión libre a la persona y al mensaje del Rabí de Galilea. Y el mensaje del Cordero es subversivo, «Amaos… como yo os he amado». La nueva cultura no tiene como quicio sólo un mandamiento, una invitación, sino una persona. La opción definitiva de Jesús por los marginados y su compromiso por ellos como sujetos, supone un amor universal, y para ser verdaderamente universal no puede ser neutral. O es preferencial y discriminatorio o es ilusorio.
Son los económicamente pobres, los samaritanos, leprosos, ciegos, los paralíticos, etc. Son la mayoría de la humanidad. Jesús invierte la escala de valores. Su preferencia son los perdidos, los últimos, los que nadie quiere, los «don nadie». Se sitúa en una interpretación de la historia subversiva, no integradora en el sistema. Se puede decir que es un rebelde, un disidente. Es rebelarse contra una sumisión impuesta por el sistema político y religioso. El Cordero fue sin duda alguna un educador popular, empeñado a crear conciencia en su pueblo y liberarlo de la servidumbre impuesta por la religión de los poderosos. Subvierte al pueblo, enseñando desde Galilea. Jesús es un inconformista y critica las culturas fundadas en el dominio del hombre por el hombre, no podía ser fiel al amor sin cuestionar la ideología y el sistema socio-religioso que justificaban la segregación.
Conclusión: La opción cristiana es la opción por la inmensa mayoría de la humanidad sufriente. Es fundamentalmente una opción profana, laica, no religiosa. Siguiendo al Rabí de Galilea tengo la convicción de que vale la pena jugarse la vida por esta causa tan noble. Recordemos lo que dijo el gran Jon Sobrino: “No hay opción por los pobres sin decisión a defenderlos”. Quiero finalizar diciendo, que lo que me quede de vida, continuaré caminando con las sandalias del Cordero, por las polvorientas calles de esta aldea global trabajando por cambiar a la creatura que es la única opción para tener un mundo más hermanable, con más justicia, más equitativo y más paz.