Por Pastor Pedro H. Gonzalez
Se acerca el día de navidad, una fiesta que ha tenido varias transiciones en el entendimiento de las personas. Ha pasado de ser una fiesta religiosa a ser una fiesta comercial y hoy en día es motivo de controversia para muchos. Algunos dirán que no creen en Dios pero aun así recibirán regalos en esa fecha, otros dirán que la navidad es un invento de Roma o de los católicos y aun así se extienden en fiestas y comerán y beberán aun en exceso.
Habrá también quienes no celebren en absoluto y para ellos será un día más, una noche más. Habrá quien en esta fecha estará rumiando algún dolor que le impida celebrar y alegrarse; para todos ellos habrá un día distinto pero a pesar de las diferentes actitudes y opiniones lo único cierto es que celebramos el nacimiento del Rey de Reyes y Señor de señores, el hombre más grande de la historia, el que cambió el conteo del tiempo y el que le dio nombre a esta era, llamándose desde El, la era cristiana. Hablamos de Jesucristo nuestro Señor. Que no nació el 25 de Diciembre dirán otros y yo no voy a defender una fecha, yo quiero poner de relevancia un hecho.
El hecho es que Jesús nació y eso nadie lo discute o lo cuestiona, la historia lo valida y lo refrenda aún en el intento de sus detractores al buscar infructuosamente su tumba desde hace casi dos milenios sin ningún éxito. Es necesario poner sobre la mesa un asunto importante, de hecho es fundamental. Jesús nació para el mundo entero pero no ha nacido en el corazón de todo el mundo. Una cosa es celebrar la navidad como una fecha comercial o religiosa, y otra muy distinta es celebrar la navidad sabiendo que en verdad él nació en nuestro corazón. Cuando alguien celebra la navidad de forma religiosa, podrá llorar y alegrarse a media noche del 24 de Diciembre, si lo celebra como una fecha comercial, estará esperando el momento de abrir uno o muchos regalos, pero cuando celebramos la navidad en la convicción de su nacimiento en nuestro corazón, entonces la celebración es orgánica, todo nuestro ser se alegra de la cabeza a los pies y desde adentro hacia afuera. Es algo que invade de tal manera nuestra vida que llega a cambiarla por completo.
Darle cabida en nuestro corazón a El, a Jesús como Señor de nuestra vida es el hecho más trascendental que jamás alguien haya experimentado jamás, y lo digo así porque se que para cada quien la experiencia es personal e irrepetible. Es un antes y un después. Así como la humanidad entera admite en su calendario un antes y después de Cristo, así también la vida de aquel que lo recibe, se divide para siempre un antes y después de Cristo, no hay marcha atrás, El ha llegado para cambiarlo todo. Su palabra dice que si alguno está en Cristo nueva criatura es las cosas viejas pasaron he aquí todas son hechas nuevas.
Lo cual quiere mostrar que para el que se atreva a creer en Él y recibirlo, la vida no será más la misma, su pensamiento no será igual, su cosmovisión habrá cambiado.
Cuidemos recibirlo como lo que es Rey y Señor, dueño total del gobierno, dueño total de todas las cosas, tanto como que por Él y para Él fueron creadas. Atrévase usted y le aseguro que su vida va a dar el giro que usted está esperando y eso es porque Él ha puesto en su corazón ese anhelo. No tenga ninguna duda, recibalo hoy.
La puerta está abierta, El es la puerta. Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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