Algo que distingue a la televisión Mexicana internacionalmente, son sus telenovelas; las cuales se pueden ver en cientos de países alrededor del mundo. El dramatismo es uno de los ingredientes principales de sus historias, algo que por desgracia en estos días se trasladó al fútbol de la Liga MX, que también es un negocio grande de las televisoras.
En esta última semana tuvimos sangre y drama en las canchas, ya que hubo dos fracturados, otro par que visitaron el hospital por agresiones de primer grado y el colmo fue que los silbantes también probaron el ‘agridulce’ de la violencia, ya que un par de ellos fueron agredidos con lo cual por reglamento los agresores tendrían que ganarse un año de suspensión. Pero algo que también nos caracteriza a los mexicanos, es que las reglas no las pasamos por el arco del triunfo si no se amolda a nuestros intereses, esté fue el caso de los directivos de la Liga MX quien le quisieron dar “atole con el dedo” a sus árbitros y mandaron al encargado de impartir justicia a que anunciara las sanciones, así Eugenio Rivas en conferencia de prensa el viernes por la tarde después de tirarse un rollo mareador dijo que “Pablo Aguilar del América quedaba suspendido 10 juegos y Enrique Tiverio del Toluca, con 8”.
Esto no les gustó a los árbitros ya que esperaban que se aplicara el reglamento FIFA, con esto se amarraron los pantalones y pararon la liga, esto desde el mismo viernes cuando se iniciaba la jornada 9 en Veracruz.
Los directivos trataron de salvar la jornada trayendo árbitros de todos los rincones del continente americano, pero no pudieron, por lo cual se armó una junta de dueños para decidir lo que se haría y para el domingo, ya que desde el sábado los silbantes lo habían dejado muy claro que no permitiría que se les tratara como simples marionetas.
La Federación después de la junta mandó un comunicado donde informaban que los árbitros habían apelado las sanciones de los agresores y por lo cual el lunes se reuniría la comisión de apelaciones para analizar las pruebas que se les había hecho llegar. De inmediato se aplicó el reglamento FIFA y castigaron con un año al par de jugadores, seguramente por órdenes de los dueños del balón, quienes cuando sintieron que les tocaron su negocio decidieron sacrificar a los jugadores para que la “gallina de huevos de oro” siga la producción.