Por Pedro H. Gonzalez
Efesios 5:8 “Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz”.
Esta palabra tiene un objetivo específico, le habla a alguien en específico, los hijos. La escritura no desconoce que hay hijos que pudieran estar andando en tinieblas, pero ella misma hace la distinción para que entendamos el asunto.
El Apostol Pablo, inspirado por el Espíritu Santo nos recuerda que, en otro tiempo éramos y con toda fuerza expresa eso que éramos: tinieblas. Quisiera enfatizar que no dice hijos de tinieblas, ni esclavos de las tinieblas o víctimas de las tinieblas, sino que dice que éramos tinieblas. Por muy fuerte que suene la noticia no es necesariamente mala, ya que nos dice que eso éramos en otro tiempo. De hecho, yo diría que esa es precisamente la buena noticia, que eso es el evangelio. En otro tiempo éramos y ahora somos. ¿Qué es lo que somos? Hijos de luz en el Señor.
Le quiero invitar a pensar la característica principal de la luz, piense en las propiedades de la luz. No teme a la oscuridad, la rompe. Es invasiva, es veloz, todo lo descubre, está o no está, es decir es integra.
La luz no retrocede, avanza. No se oculta, se expone y a su vez expone. Cuanta más luz hay en un lugar, más notorias serán para todos, todas las cosas.
La luz proporciona confianza y amplia o mejora la visión. Andad como hijos de luz nos recomienda la palabra. Pero era necesario que nos recordara primero lo que antes éramos, de otra manera no tendría sentido. Es necesario decir que el Apostol de los gentiles no desconocía cómo funciona la mente de las personas y su inclinación a desviarse por falta de entendimiento. La pulpa de este versículo está en la pequeña frase “en otro tiempo” para dar a conocer que nuestro tiempo actual, es decir nuestra realidad ya no es ese tiempo, pues eso fue otro tiempo.
La invitación abierta para todo el que es luz es para que andemos como tal, como hijo de la luz. Yo he expuesto algunas de las propiedades de la luz, pero estoy seguro que quien oye podrá encontrar más; sin embargo, no se trata de un ejercicio académico sino de un ejercicio espiritual, andemos como hijos de luz, es decir sin temor a las tinieblas, en plena certeza de lo que somos en este tiempo.
Veamos Isaías 60:1. Levántate, resplandece; porque ha venido tu luz, y la gloria de Jehová ha nacido sobre ti.
No eres tú es El, seguirá siendo El pero Su gloria es tu evidencia. ¿Levántate…porque seguir derrotado? Evidencia tu Luz, evidéncialo a Él.
Ese es el gran reto que enfrenta la iglesia del siglo 21, la que se abre paso en medio de conceptos o escuelas de pensamiento como la de la nueva era, el postmodernismo, el feminismo, el comunismo y el socialismo, entre otros muchos movimientos del tiempo actual que distraen la atención de los hijos de Dios, desviándolos de su propósito, restándoles potencial y cambiando la pasión que se deben tener por las cosas de arriba, en pasiones mundanas y poco edificantes.
El otro tiempo ya paso, y este es el tiempo de la iglesia de los hijos maduros, de aquellos que tienen identidad, que saben para donde van y conocen tanto su procedencia como su destino.
Son ellos los que están llamados a gobernar desde los pilares de influencia de la sociedad. Son los hijos los que deben apropiarse las banderas del evangelio del Reino y llevarlo como herramienta principal para discipular las naciones.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino
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