Ponerme en los zapatos de un padre que ha perdido a su hijo, de un esposo que vio como su mujer moría de cáncer o un matrimonio que deseando por muchos años un hijo ve como un aborto espontaneo les quita ese sueño es duro. Y es que a veces nos es tan fácil juzgar a la gente por su presunta “poca fe” sin darnos cuenta el dolor que han pasado.
¿Cómo explicar a un padre que su hijo de cinco años muere por leucemia?, ¿Cómo explicar a una madre que su hijo adolescente fue muerto a balazos en la calle mientras se dirigía a su lugar de estudio?, ¿Cómo explicar a una recién casada que su esposo murió en un accidente de tránsito mientras venia de comprarle unas rosas para sorprenderla?, ¿Cómo explicar cosas como esas que no tienen ninguna explicación instantánea?, el dolor de pasar por situaciones similares o más difíciles es una de las sensaciones que pocos experimentan, pero son esas pocas personas que experimentan tales situaciones las que nos dan lecciones de fe al levantarse de esos duros momentos.
He visto padres alabando a Dios a pesar de haber visto como su hija fue asesinada vilmente, he visto parejas exaltando a Dios a pesar de haber perdido al hijo que tanto deseaban, he visto mujeres honrando a Dios a pesar de haber experimentado el fallecimiento de sus esposos, esa es fe, eso es valor, eso es convicción.
No podemos ir por la vida quejándonos por cosas pequeñas cuando hay gente que está pasando o ha pasado situaciones que realmente nosotros quizá ni soportaríamos, nos quejamos porque Dios no nos da lo material que pedimos, cuando hay cosas más importantes que esas, nos quejamos porque nunca encontramos a una persona que nos ame con amor sincero, cuando en realidad hay cosas más importantes que esas, nos quejamos de todo y damos gracias por casi nada o poco.
La vida cristiana es un sendero de agradecimiento y fe, agradecer por lo que tengo y soy y no quejarme por lo que nunca he tenido y nunca he sido, y de fe, de creer a pesar de no ver, de confiar a pesar de pasar por las situaciones más duras o difíciles de soportar.
Hoy quiero invitarte a levantar una palabra de agradecimiento y confianza a Dios, que de tu boca ya no salga más quejas, que en lugar de quejarte puedas decirle al Señor: “Dios te doy gracias por lo que tengo y por lo que soy”, que Dios escuche tus palabras sinceras, que al examinar tu corazón pueda ver que lo que dices es lo que realmente sientes y hay en tu corazón.
Hay cosas de las que quisiera que hubiera una explicación, pero cuando la explicación no aparece lo único que nos queda es someternos a Dios para dejar que nos tome de la mano y caminar junto a Él. Cuando caminamos tomados de la mano de Dios todo, pero todo estará bien por muy mal que parezca, porque Dios es nuestro seguro de vida, pero de vida eterna.
Si la situación que hoy estás pasando no tiene una actual explicación, solo te aconsejo a seguir confiando en Dios, a no reprochar nada, en su lugar adóralo, alábalo y entonces el panorama se pondrá más claro, porque cuando sometemos nuestra voluntad, nuestros sentimientos y pensamientos a Dios, la vista se nos aclara a cerca de lo que Dios quiere hacer en nuestra vida.
Agradece a Dios, pero sobre todo ten fe siempre en Él
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.”
1 Tesalonicenses 5:18 Nueva Traducción Viviente (NTV).