• May 16, 2024

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Guía para establecer mejores límites

Al igual que el ejercicio, la meditación o la elaboración de presupuestos, la mayoría de nosotros sabemos que poner límites a nuestro trabajo y nuestra vida familiar es algo que probablemente deberíamos hacer.

Aun así, encontrar tiempo para cambiar comportamientos no saludables, aprender y desarrollar nuevos hábitos es más fácil de decir que de hacer.

En un mundo tan acelerado como el nuestro, resulta tentador buscar continuamente el siguiente atajo o herramienta de productividad para seguir el ritmo de la competencia, pero estos “trucos” normalmente no funcionan. Las investigaciones previas a la pandemia indicaron que muchos estadounidenses ya dormían menos que las generaciones anteriores, a menudo para realizar trabajo extra. Sin embargo, de alguna manera éramos cada vez más improductivos. Estudios más recientes muestran que el estrés, la ansiedad y el insomnio pospandémicos han aumentado. Como era de esperar, también estamos más estresados, con cafeína y más miserables. Nuestro tiempo libre y nuestra actividad física, en general, han disminuido.

Los límites como solución están justo frente a nosotros. Cuando definimos lo que necesitamos para sentirnos seguros y saludables, cuando lo necesitamos, y creamos herramientas para proteger esas partes de nosotros mismos, podemos hacer maravillas para nuestro bienestar en el trabajo y en el hogar, lo que, a su vez, nos permite llevar lo mejor de nosotros mismos a ambos lugares. Un límite podría ser cómo queremos que nuestros socios y pares se comuniquen con nosotros, cuándo queremos que nuestros jefes se comuniquen con nosotros o incluso los días que preferimos trabajar en lugar de descansar.

Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto establecerlos?

En mi experiencia asesorando a clientes, propietarios de empresas y equipos, he aprendido que la práctica de definir límites saludables puede ser desencadenante. Aunque los límites representan cosas diferentes para diferentes personas, universalmente nos obligan a examinar comportamientos tóxicos con raíces en nuestro pasado y pueden sacar a la luz diálogos internos negativos que son dolorosos de abordar. Por ejemplo, una persona con tendencia a complacer a la gente (una inseguridad que probablemente desarrolló en la infancia) puede tener dificultades para establecer límites porque siente la necesidad de “dar” continuamente para ser digno de los demás. Las personas muy motivadas, por otro lado, pueden ver un límite como un fracaso personal o un ataque a su ego. Mientras que alguien que aún no ha logrado mucho en su vida puede utilizar un límite para reforzar el diálogo interno negativo.

La buena noticia es que, no importa qué esqueletos escondas en tu armario, he visto que incluso los comportamientos más arraigados pueden desaprenderse estableciendo límites. Esto es lo que debe hacer (y lo que no debe hacer) al comenzar.

Qué no hacer:

En esencia, los límites tienen que ver con a quién le damos poder. Nos obligan a analizar por qué es posible que no nos estemos dando permiso para trabajar y vivir de la manera que creemos que es mejor para nuestro bienestar. Si no decidimos nuestras vidas, horarios y cargas de trabajo, ¿quién lo decide? Los límites nos permiten decidir cuándo, cómo y si entregamos este poder.

Por eso, al establecer límites, normalmente nos equivocamos cuando esperamos que otras personas nos den lo que necesitamos en lugar de tomar la iniciativa nosotros mismos. Podemos pedir a nuestros socios y pares que se comuniquen con compasión, a nuestros jefes que envíen su último correo electrónico a más tardar a las 5 p. m., o a nuestros lugares de trabajo que tengan horarios más flexibles, y aún así no ver los resultados que queremos.

Con el tiempo nos cansamos de preguntar. Un límite se convierte en otra conversación que no tenemos la energía para llevar a cabo. Nos damos por vencidos o decidimos simplemente “dejarnos llevar” y sucumbir a horarios, prácticas o personas que no nos sirven. Pero esto sólo conduce a un resentimiento creciente.

Qué hacer:

Una forma de superar estos obstáculos y volver a empoderarse es cambiar su forma de pensar sobre cómo funcionan los límites. Comprenda que los límites son límites que usted identifica y aplica a través de la acción o la comunicación. Esto no significa que obtengas todo lo que deseas cuando lo deseas. Significa que hay pequeñas cosas bajo tu control que puedes hacer para proteger tu tiempo y energía.

Para empezar, da un paso atrás y comienza por etiquetar tus límites como “duros” o “blandos”.

Límites estrictos (no negociables):

Límites sobre los que no está dispuesto a transigir y que deben actuar de inmediato. Piensa en ellas como cosas que nunca harás o que nunca aceptarás como razonables. Por ejemplo, nunca aceptaré un cliente de consultoría que sólo pueda reunirse conmigo los viernes.

Límites suaves (aspiraciones):

Límites que se parecen más a deseos y con los que estás dispuesto a ceder. Piense en ellos como objetivos que desea alcanzar pero que es flexible. Por ejemplo, tal vez quieras empezar a salir de la oficina a las 4:30 p. m. en lugar de a las 5:30 p. m., pero otras personas (también conocidas como tu gerente) están involucradas en hacerlo realidad. Puedes decidir tomarte las cosas con calma y pensar en cómo iniciarás esa conversación.

Cuando empiece a definir los límites como “duros” y “blandos”, será más fácil determinar sus cosas no negociables frente a sus aspiraciones. Esto le permitirá tomar decisiones con confianza que estén alineadas con sus necesidades más profundas y administrar su energía mientras trabaja para lograr el resto.

He aquí cómo empezar.

1) Determine sus principales

prioridades en el trabajo y en la vida

¿Cuáles son una o dos cosas que estás tratando de sacar de tu vida personal y profesional? Podría ser tan sencillo como pasar más tiempo con tu familia o encontrar un trabajo que priorice tu bienestar. Nombrar aquello sin lo que no puedes vivir, versus lo que deseas, te ayudará a distinguir los límites duros y suaves que debes establecer.

Para empezar, prueba un ejercicio de visualización que uso con algunos de mis clientes. Imagina que tu vida, tal como es ahora, ya no es posible. Digamos que te despiden, no puedes vivir en la ciudad en la que vives, tu pareja rompe contigo o te ves obligado a cambiar de carrera. ¿Qué harías después? ¿Qué extrañarías? ¿Qué no te perderías? ¿Qué se sentiría más emocionante? ¿Qué se sentiría más triste?

Quizás elegirías un trabajo más cercano a tus seres queridos. Tal vez extrañarías tener un jefe compasivo pero no extrañarías trabajar horas extras constantemente. Tal vez finalmente te sientas libre de explorar otros lugares, industrias y personas. Ahora pregúntate, de todas las cosas que enumeraste, ¿sin cuál realidad no puedes vivir? De todas las cosas que no echas de menos, ¿a cuáles no estás dispuesto a volver?

Tus respuestas revelarán tus prioridades de alto nivel, así como algunas aspiraciones de nivel inferior que pueden estar ocultas debajo de la red de seguridad de tu situación actual.

2) Pruebe un límite estricto

Ahora que tiene una mejor idea de cuáles son sus prioridades de alto nivel, puede utilizar lo que yo llamo un “experimento de reducción” para establecer límites estrictos que las protejan. Este ejercicio implica limitar tareas, interacciones o actividades que no son el mejor uso de su tiempo. Ser más selectivo sobre a qué y a quién le das tu energía te permitirá concentrarte sólo en los elementos que te brindan el mayor retorno de tu inversión, ya sea un mayor logro en el trabajo, más felicidad en el hogar o alguna otra recompensa.

Por ejemplo, digamos que su prioridad de alto nivel es proteger la cantidad de energía que ejerce en el trabajo para que esté menos agotado al llegar a casa. Piensa en todo lo que haces en la oficina. Sus tareas pueden parecer igualmente importantes, pero los correos electrónicos, el trabajo concentrado y las reuniones pueden tener resultados muy diferentes en los resultados de su negocio. Puedes establecer un límite estricto diciendo “no” a reuniones que sabes que son inútiles y reemplazándolas con bloques de tiempo de descanso en tu calendario, o poniendo un mensaje OOO después de las 5 p. m.

En su vida personal, también puede considerar las relaciones o actividades que constantemente lo agotan y abandonarlas en lugar de pasar tiempo con las personas que le brindan alegría. Básicamente, desea utilizar límites estrictos para hacer menos y conservar su energía mientras hace cosas más importantes. Es decir, cosas que realmente te benefician a ti y a tus necesidades.

Cuando realizo este ejercicio con clientes, aquí es donde a menudo recibo rechazo. La gente dice: “¿No es egoísta centrarse únicamente en lo que quiero?” Mi consejo es que respondan su propia pregunta: piensen en este ejercicio como un experimento y recopilen los datos.

Después de establecer estos límites, pregunte: “¿Me sentí más o menos productivo en el trabajo? ¿Estoy más o menos renovado en mi papel como socio, amigo o padre? Siempre puedes volver a tus viejas costumbres, pero con frecuencia las personas descubren tareas o formas de pensar que ya no les sirven.

3) Practica algunos límites suaves

A continuación, piense en sus aspiraciones: las cosas que le gustaría cambiar, pero que no necesita cambiar con urgencia. Tal vez desee dormir mejor por la noche, limitar la cantidad de tiempo que pasa en las redes sociales o dedicar menos horas de oficina a responder correos electrónicos tediosos. ¿Existen límites suaves que puedas establecer para sentirte más productivo, creativo y descansado en el trabajo y en casa?

Por ejemplo, podría intentar no beber cafeína después del almuerzo para mejorar su sueño, limitar el desplazamiento en las redes sociales a la hora del almuerzo o bloquear una hora en su calendario para responder correos electrónicos de una sola vez y detenerse tan pronto como se acabe ese tiempo.

Recuerde que en esta etapa, tanto con límites duros como suaves, hay cierta flexibilidad. Pruebe las aguas para ver cómo se siente y cómo se desarrollan los resultados.

4) Comprométete

Ahora ha tenido tiempo para probar algunas formas de proteger su tiempo, energía y bienestar. Pregúntate: ¿Qué aprendiste? ¿Cuáles son un par de límites que, si los establece, darían como resultado fuertes retornos?

Comprométete con ellos durante al menos un trimestre y observa cómo te sientes, enfocándote tanto en la cabeza como en el corazón, lo cualitativo y lo cuantitativo. Puede utilizar las siguientes preguntas para realizar un seguimiento de su experiencia:

¿Qué resultados positivos han surgido de un límite que he establecido?

¿Qué resultados negativos ocurrieron a partir de un límite?

¿Cómo me siento ahora versus al comienzo de este experimento de límites? ¿Qué necesito cambiar o ajustar para mantener el rumbo y abordar lo negativo?

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