Por Pastor Pedro H. Gonzalez
Quiero enviar un abrazo virtual y muy espiritual a cada lector que nos busca cada semana y que se edifica mediante la lectura intencional de este artículo.
Gálatas 2:20 dice “Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amo y se entrego a si mismo por mi”.
Sabemos que Jesus encarno una misión salvífica, aunque no entendemos bien que fue lo que se salvó. Leemos en la biblia que el hijo del hombre vino a salvar lo que se había perdido. Eso que se perdió, fue el diseño o propósito original de Dios para el ser humano; es decir lo que El le comando cuando fue creado: Fructificad y multiplicaos, señorea y sojuzga.
Ese es el diseño, el deseo de Dios para sus hijos, las criaturas nacieron para ser sojuzgadas, los hijos de Dios fueron engendrados para señorear.
De manera que si vivimos en la fe del hijo debemos movernos en los diseños que Dios tiene para sus hij os. Una muestra de eso nos la presenta Jesus a la edad de 12 años cuando entra a la sinagoga a discutir temas de grueso calibre con los escribas y doctores de la ley en la sinagoga. Jose y Maria, (sus padres en la tierra) la autoridad a la que él debía estar sujeto aquí, lo buscan en todo el camino hasta que lo encuentran en la sinagoga. ¿Su respuesta? “En los negocios de mi Padre me es necesario estar”
No se si podemos visualizar bien la escena y poner todo aquello en contexto. Un adolescente de 12 años manifiesta la necesidad que tiene de involucrarse en los negocios de Su Padre celestial.
Esto no solo me habla de discernimiento espiritual, sino que también me ilustra en obediencia y madurez terrenales.
La fe del hijo se mueve y actúa de acuerdo con los intereses del Padre. Esa es la primera gran lección que nos enseña Jesus sin haber siquiera comenzado su ministerio.
Aquellos que dicen amar a Dios por sobre todas las cosas, que no pueden hablar 4 palabras sin soltar un amen, que de costumbre tienen la frase “mi padre Dios” en sus bocas, pero no están en los negocios del Padre, son verdaderamente personas a las que no podemos tomar seriamente, ¿por qué? Porque no son congruentes, por que dicen una cosa y hacen otra.
A nadie estoy invitando a que se lo pase metido en una “iglesia” que de hecho los edificios no son la iglesia, la iglesia se compone de yodos aquellos que hemos sido declarados hijos de Dios por confesar su nombre como El Señor de nuestras vidas y creer que Dios le levanto de los muertos, ese es el verdadero edificio al que se le llama iglesia, el cuerpo de Cristo.
Solo le pido a todo aquel que lea y se piense así mismo como un hijo de Dios, que actúe como tal, el hijo se ocupa en los negocios del Padre, para el, esos negocios y no los del mundo son su prioridad. Llevar las buenas nuevas no son para este tipo de gente una opción sino una obligación auto impuesta, diezmar no es una carga es un gozo, perdonar no cuesta trabajo, poner la otra mejilla es algo natural no actuado, ayudar es una respuesta natural del carácter no un inventario de cosas que hago para publicar en las redes sociales.
La boca puede estar cerrada, pero ellos siguen predicando el reino porque el reino va con ellos a todas partes y en cada uno de sus actos se manifiesta. Ellos están siempre, no solo activos sino también productivos, de hecho, ellos son altamente productivos, se les ve contentos, iluminan cada lugar cuando llegan y su ausencia es notoria cuando no están.
Atraen masas, estas personas llegan a un negocio donde antes no había gente y al llegar ellos en seguida el lugar se llena, ellos cambian atmosferas y mueven ambientes, ellos son los hijos de Dios y constantemente actúan movidos en la voluntad del Padre y en los negocios del Padre.
¿Y usted amado lector, es hijo de Dios o solo dice ser? ¿O es simplemente una de sus criaturas?
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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