Por Pastor Pedro H. Gonzalez
De todas las cosas de las que un ser humano debería hacer gala es sin duda ninguna una actitud de gratitud.
Hay diferentes cosas que nos hacen lucir como buenas personas, a esas actitudes las llamamos virtudes y se cuentan todas ellas como atributos para una vida que sea digna de contarse. Honestidad, alegría, misericordia, amabilidad, discreción, prudencia, paz, serenidad, claridad, buen humor, son algunas de esas virtudes que los hombres deberían cultivar, pero todas ellas se desvanecerían si faltara la gratitud, ella es sin duda una virtud cardinal para tener lo que podría decirse una vida exitosa.
Todos tenemos muchas cosas por agradecer, un techo sobre nuestra cabeza, un alimento diario, calor humano a nuestro lado, la salud que, aunque algunas veces pueda verse quebrantada aun nos acompaña de otra manera ya no existiríamos, la familia, un trabajo, y en fin tantas y tantas cosas, como el hecho mismo de respirar.
Hoy cuando hemos oído de miles de historias de personas que tienen que para por un tanque de oxígeno, sabernos privilegiados de poder respirar sin pagar nos hace sentirnos supremamente agradecidos de respirar, así de simple.
Vivimos en un país en el que muchas personas alrededor del mundo pagan por llegar, eso de hecho es noticia y se ha convertido en una industria millonaria llamada la industria del trafico humano y sin embargo aquí estamos desarrollando nuestras vidas.
Podríamos seguir hablando de las muchas cosas de las que hoy disfrutamos y que deberíamos agradecer, pero me quiero referir específicamente a una de ellas: La Libertad.
No hablo de la libertad que se disfruta al no estar en una cárcel por estar pagando delitos cometidos; digo esto porque, aunque esa libertad es valiosa, no es a la que me refiero.
Hay una libertad que va más allá de eso. La libertad de pensar y expresarse, la libertad de manifestar abiertamente nuestros ideales. Esa libertad tiene un precio y es precio de sangre, pagado por miles de hombres y mujeres que han ofrendado su vida en los campos de batalla para nosotros podamos gozar de ella. Los soldados que han caído defendiendo esa libertad que llamamos democracia merecen ser honrados haciendo buen uso de esa libertad y a la vez que cada uno de nosotros defienda esa libertad desde su propio campo de batalla, la familia.
Nosotros no podemos cruzarnos de brazos viendo como las libertades alcanzadas con sangre, son pisoteadas a diario por ideologías represivas disfrazadas de ideologías progresistas. Desde los hogares, en las familias, a partir de relaciones familiares sanas y solidas es allí donde tenemos nuestro campo de batalla. Cada minuto de libertad que tenemos ha costado sangre, una la derramo Jesús en la cruz para liberarnos del pecado y de la muerte, otra fue ganada por soldados que se dieron así mismos para que caminemos libres y podamos expresar nuestro pensamiento.
La vida es un don preciado, pero la vida en libertad es la más alta expresión de ese don. Los hijos de Dios tenemos una alta responsabilidad, debemos manifestar esa vida celestial que nos fue dada en la cruz.
Con eso en mente no podemos caminar como gente que vive en tinieblas, en ignorancia y carentes de verdad. ¿Somos o no somos? Y si la respuesta es SOMOS, entonces manifestemos eso.
Caminemos en la libertad que se nos dio, mostremos nuestra gratitud, nuestra acción de gracias, con algo mucho más que comer pavo.
Este jueves de acción de gracias, tomémoslo como oportunidad para abrir espacios de sana discusión alrededor de temas sensibles que deben ser ventilados antes de que esa libertad que tenemos se esfume ante nuestros ojos sin que siquiera nos demos cuenta.
Para todos nuestros lectores, deseamos un feliz día de acción de GRACIAS.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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