Por Pedro H. Gonzalez
Siguiendo el hilo conductor de 2 Corintios 5:17 y apelando a un entendimiento correcto de la escritura; a ese entendimiento de obreros aprobados que saben hacer buen trazo de la palabra, diremos que lo que se escribió para nuestra enseñanza se escribió.
Así que, si la escritura dice que somos nueva criatura al estar en Cristo es porque eso somos, y si dice que las cosas viejas pasaron es porque las cosas viejas pasaron, y si dice que todas son hechas nuevas es porque todas son hechas nuevas. De lo contrario estaremos negando lo que se escribió o quizá es que, aunque se escribió para nuestra enseñanza, simplemente no hemos aprendido; ¿en ese caso la culpa es del maestro o del alumno?
Me permito sugerir que es del maestro y el gran maestro de este versículo ha sido la religión. ¿Qué es lo primero que viene a su mente cuando le dicen que usted es nueva criatura? Normalmente y además por enseñanza pensamos en las cosas que hacíamos antes, es decir en otro tiempo. Muy pocas veces pensamos en las capacidades de la nueva criatura, sino que solemos pensar en lo que hacia la vieja criatura y que ahora, en este tiempo le está prohibido.
Primero debemos aclarar para que el que lee entienda, que, no se espera que la nueva criatura se mueva por prohibiciones ya que según entendemos es una criatura libre, que ha sido liberada nada más y nada menos que por la sangre del cordero.
Así que el nuevo yo, el recreado en Cristo, el redimido y salvo, ya no acepta prohibiciones, simplemente fluye en lo que es su naturaleza, sin restricciones. ¿Cuál es esa naturaleza? La naturaleza divina. Grave cosa ocurre cuando pensamos en que la nueva criatura, creada según Dios en Cristo, debe moverse según las prohibiciones o decretos que le eran impuestos a la naturaleza adámica y que alguien pueda considerar que la nueva naturaleza se mueve en el ámbito de lo sobrenatural cuando en realidad si somos nuevos, movernos en lo nuevo de Dios no debe ser nada mas que fluir en Su naturaleza; así como un pez en el agua, naturalmente.
2 Pedro 1:3-4 Como todas las cosas que pertenecen a la vida y la piedad nos han sido dadas por su divino poder, mediante el conocimiento de aquel que nos llamo por su gloria y excelencia, por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas para que por ellas llegaseis a ser participantes de Su naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia.
Quisiera hacer notar lo que del texto debemos aprender: 1- Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad ya nos fueron dadas. No hay nada mas que podamos pedir en ese campo. 2- Fue Su divino poder el que nos dio todas esas cosas. Lo que el poder de Dios nos dio no nos lo puede quitar otro poder y Dios no esta en el juego de dame y quita. 3- Llegamos a lo que nos dio, mediante el conocimiento de Él, quien nos llamó. 4- Ese llamado es por su gloria y excelencia, es decir que no hay error en el llamado. 5-La gloria y excelencia de Dios también nos dan grandísimas promesas, la mayor es el Espíritu santo como sello de nuestra fe. 5- Esas promesas (E.S.) nos hacen participantes de Su naturaleza divina, es decir nos hacen participantes de El con todo lo que eso implica.
Quiero terminar diciendo, -porque hay que decirlo- que, al ser participante de su naturaleza divina, ya no puedo, (no por prohibición sino por incapacidad. No es un no debo, sino un no puedo) moverme en la naturaleza adámica. Soy o no soy, no hay términos medios cuando se trata de la naturaleza divina; se tiene o no se tiene.
Si el evangelio se tratara solamente de la novedad en Cristo, entonces debería centrarse en las habilidades y capacidades de la nueva criatura en Cristo, ya no en lo que no puede o no debe hacer. Para la nueva creación en Cristo no puede ni debe haber prohibiciones sino por el contrario enseñanza de lo que puede para que opere de acuerdo con su naturaleza pues esa criatura huyo de la corrupción del mundo y ya no vuelve atrás porque ya no es una puerca lavada.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino
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