• April 20, 2024

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Lealtad al Reino de Dios 2

Extracto del libro
“Redescubriendo el Reino”

Por Myles Munroe 

Pasaje clave: Mateo 13:44-46.
Daniel y el Reino
En el Antiguo Testamento, nadie escribió más acerca del Reino que Daniel. Aunque estaba en el exilio judío, Daniel era también un oficial importante y del alto rango en el Imperio Babilónico. Al mismo tiempo, era un problema para el gobierno porque él comprendía los principios del Reino.
Una vez, Daniel acabó en un foso de leones por negarse a obedecer el decreto del rey. El rey exigía que todas las personas oraran exclusivamente a él por treinta días. Como Daniel adoraba y servía a Dios, el desafió la orden del rey y fue echado a los leones como consecuencia de su desobediencia.
Dios preservó su vida cerrando las bocas de los leones, y Daniel vivió para servir a su rey por muchos años más. Cuando el rey sobrepasó su autoridad y demandó de Daniel una lealtad que solamente se le debía a Dios, entonces Daniel silenciosa pero deliberadamente se negó. Mediante sus acciones,-estaba diciéndole al Rey: “Tú mandas sobre mi tiempo, mi dinero, mi trabajo y, en asuntos de estado, sobre mi lealtad, pero tú no mandas sobre mi alma. Mi alma está estampada con una imagen superior, la imagen de Aquel que me demanda la mayor de las lealtades”.

Tres Judíos y el Reino
Daniel también escribió sobre otros tres judíos exiliados quienes, al igual que él, eran oficiales del gobierno y también entendían y obedecían los principios del Reino. Sadrac, Mesac y Abednego rehusaron directamente obedecer las órdenes del rey de inclinarse y adorar un ídolo que él había erigido. Como resultado, fueron echados en un horno ardiendo, tan ca¬liente que mató a los hombres que los habían arrojado adentro de él. Dios los protegió y los liberó sanos y salvos de las llamas, y ellos continuaron sirviéndolo a Él y a su rey por muchos años más (vea Daniel 3). Su testi¬monio era el mismo que el de Daniel: en cuestiones del espíritu, Dios nos demanda una lealtad indivisible.

Usted y el Reino
Usted puede trabajar en una oficina, y tal vez su jefe venga pidiéndole que haga algo que usted sabe que no es lo correcto. Puede ser algo poco ético o incluso ilegal. ¿Qué debe hacer? Si usted está comprometido con los princi¬pios del Reino, debería con todo respeto, pero también firmeza, recordarle a su jefe que aunque él pueda hacer demandas de su tiempo y labor mien¬tras que usted está en el trabajo, no puede hacer demandas que afecten su carácter. Él puede ser el dueño de los papales, las lapiceras, los clips, la computadora y aun la empresa, pero no es el dueño de su vida. Levántese y defienda lo que es justo, aun si eso pone su puesto de trabajo en riesgo. Una vez que usted negocie su carácter e integridad por un simple empleo, entonces su jefe pasará a ser su dueño. Recuerde que tiene una imagen más profunda grabada en usted y que responde a una autoridad más alta porque pertenece a otro Reino.
Tal es el desafío de vivir en dos reinos. Cada uno hace sus demandas sobre nosotros todos los días, y esas demandas exigen elecciones de nuestra parte. Siempre que estas no entren en conflicto mutuamente, está todo bien. Durante el tiempo en que el conflicto asoma, mostramos lo que realmente creemos y dónde está nuestra verdadera lealtad.

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