Por Pedro H. Gonzalez
Un Saludo cordial amados lectores. Cada semana cumpliendo la cita que tenemos con la palabra de Dios que guía, exhorta y edifica. Hoy con un tema en el que he estado profundizando, aunque todavía no esta del todo afilado creo prudente referirme a él en este espacio.
Las personas a las que nos toco vivir en este siglo presente nos hemos enfrentado a tantas cosas como pocas generaciones que aun estén vivas. Pandemia, guerra física, guerra mediática, desinformación, desintegración de los valores y hemos debido ser testigos de como nos cambian la verdad ante nuestros ojos sin que casi alcancemos a percibirlo.
Las familias se desintegran, los hombres se quieren hacer mujeres y las mujeres hombres, todo entra en el campo del relativismo y del antropocentrismo, es decir que ahora importa mas como se sienta el hombre (ser humano) que la obvia razón de su diseño y su razón de ser. Yo soy lo que he decido sentirme y si alguien se atreve a contrariar mi sentir, entonces esa persona es reo de justicia porque puedo acusarle de ser un agente de odio o aun de terror. Nada es lo que parece ser, sino que cada cosa es susceptible de ser cambiada en esencia y en forma solo porque a alguien se le ocurrió que así sea.
Hoy nos ocupamos de todo y en nada somos efectivos, nos enteramos más fácilmente de lo que pasa en Ucrania que de lo que pasa en la habitación de nuestros hijos. Importa mas el huevo de una tortuga que la vida en el vientre de una madre. Nos confunden dividiéndonos entre blancos, negros y amarillos, entre hombres y mujeres disputando quien es mas importante o mas fuerte.
Todos somos sujetos de culpa si es que a alguien más le pareció que vulnero sus derechos, pero en medio de todo la justicia humana sigue siendo aplicada de manera parcializada y acomodaticia. Los seres humanos ya no son juzgados en razón de sus delitos sino del dinero que tengan para pagar un abogado o de su apellido y nivel social.
El dinero sigue estando al servicio del poder y el poder al servicio del dinero, los medios defienden lo indefendible y hacen de la desgracia de la humanidad una mercancía bastante productiva. Hoy los jóvenes no quieren trabajar, sino que eligen ser “influencers” porque eso da mas plata. La letra de los libros y las canciones ya no cuenta historias que edifican a la mujer o al ser humano, sino que habla de temas que generan escándalo, eso es lo que paga. En un mundo tan “irreal” y tan agotador nos ha tocado vivir y eso genera un estrés tremendo, tanto así que el cuerpo enferma por causa del estrés y a este la medicina lo ha catalogado como el asesino silencioso.
La familia es la primera y ultima frontera del mundo y justamente es por eso que constantemente está siendo atacada desde todos los flancos y sin piedad. Si la familia logra sobrevivir a toda esta caótica mezcla podemos decir que todavía hay esperanzas.
Es necesario que desde la familia (desde luego la familia tradicional de hombre-mujer e hijos) se de la batalla, pero no va a a pasar si seguimos esclavos del consumismo, de las deudas, del estilo de vida que esta sociedad nos impone. Es urgente que nos apersonemos de ser el cambio que queremos ver y no permitamos ya mas ser arrastrados por estos vientos de desvarío que afectan el mundo actual.
¿Estaremos cayendo en posturas rancias o “pasadas de moda”? o solo estamos tratando de defender los modelos de Dios que son productivos y efectivos para el ser humano. Yo solo digo que cuando un niño muere en el vientre de su madre estamos atentando contra la vida, cuando el modelo de fecundidad en el ser humano se rompe y el diseño se hace infértil o improductivo estamos atentando contra la vida y todos aquellos que desde distintos movimientos defienden la vida, desde otros rincones la atacan. Es todo un sin sentido.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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