*Nada es lo que parece
Y no lo es cuando se trata de las emociones más profundas de un ser humano, pero sobre todo, en lo que concierne a sus intenciones.
He aquí un ejemplo que espero ilustre mi teoría y sea motivo de reflexión, pero con el debido respeto a lo que cada quien opine.
Se dice que “la historia ha sido escrita por los ganadores” y se nos muestra una versión, la mayoría del tiempo, alejada de la realidad. Abraham Lincoln abolió la esclavitud, pero ¿cuáles fueron sus verdaderas intenciones?
Expongo un párrafo de una histórica misiva que Abraham Lincoln envió a Horace Greeley, redactor de un importante periódico radical en el año de 1862:
“…Mi objetivo actual es ante todo salvar la Unión, y no salvar o destruir la esclavitud. Si pudiera salvar la Unión sin libertar a un solo esclavo, lo haría; si pudiera salvarla liberando a todos los esclavos, lo haría; si pudiera salvarla con el enfrentamiento de una parte de los esclavos y el abandono de la otra parte, también lo haría”.
Preservar la Unión, rezaba su discurso inaugural en el cual apoyaba una enmienda a la Constitución que garantizara el mantenimiento del derecho a la esclavitud en los estados de sur, a condición de que éstos se sumaran a favor de su mandato.
Si sus electores del norte, estados prósperos que no dependían más del trabajo en plantaciones de los esclavos negros no hubieran urgido a Lincoln sobre la imperiosa necesidad de una liberación y su propio apremio por complacer a esos electores cuyos votos eran cruciales para una reelección ¿se habría logrado esa Proclamación de Emancipación en 1863 que dio como resultado la Decimotercera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos? ¿Sentía Lincoln un sincero deseo por liberar a seres humanos que en el censo poblacional eran contados como tres quintas partes de un ciudadano anglosajón?
Los derechos universales plasmados en el documento de Independencia firmado el 4 de julio de 1776 dictan que todos los hombres son creados iguales, que son dotados por su Creador de ciertos derechos inalienables que entre éstos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad. La abolición se dio en el ano de 1863, tuvieron que pasar 87 años para que esos básicos derechos fueran otorgados a los afroamericanos.
La historia se repite en diferentes circunstancias: Hay once millones de personas que vivimos pendientes de que el Señor Obama cumpla con la promesa en la que basó su campaña electoral que con el voto latino lo llevó a la presidencia: la Reforma Migratoria.
Como nada es lo que parece, me pregunto si esta vituperada y controversial reforma migratoria no se da durante este último período presidencial, será causa de decepción para toda una comunidad que ha dado su confianza a quien prometió hacer algo al respecto.
A todos conviene una reforma migratoria. No obstante, hay fuerzas políticas en contra de que se cumpla esa voluntad que parece abandonar por momentos a nuestro Presidente.
Puede ser que el Señor Obama tenga un interés genuino por lograr esa reforma, pero aun más profundo debe ser su deseo por recuperar esa imagen fresca y atrayente que le ganó tantos votos para convertirse en el hombre más poderoso del planeta. El deseo de saberse un reformador, un libertador de 11 millones de almas que esperan con angustia como se definirá su futuro. El gran dilema es si sus detractores permitirán que un afroamericano pase a la historia con ese privilegio.
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