Por Enrique Monterroza
Navegando en medio de océano de la vida y enfrentando toda clase de tormenta que por medio de sus olas tratan de hundirnos, nos podemos encontrarnos con temor, temor a hundirnos, temor a morir en medio de ese mar, ese clásico temor que por naturaleza se apodera de nuestras vidas en los momentos más difíciles.
Y es que nos vamos a negar que cuando todo parece hermoso, cuando el sol brilla con tanta intensidad, somos capaces de derrotar a cuantos Goliath´s se nos presenten, nuestra fe esta fortalecida y nuestras fuerzas sobresalientes.
Pero es en esos momentos de tormenta, en esos momentos de agonía, en donde nos encontramos solos contra el mar, solos contra las bravas olas que están azotando continuamente nuestra barca, cuando pareciera que aquel valor que decíamos tener, se ha esfumado, cuando toda fe que creíamos tener, se ha opacado y en donde por alguna extraña razón sentimos que estamos solos y moriremos.
Mientras nosotros expresamos sentir toda clase de sentimientos, de temor, de desesperación o de confusión y más, Jesús duerme en la parte trasera de nuestra barca.
A veces se nos olvida que no vamos solos en nuestra barca, que Jesús va con nosotros, aun cuando vaya dormido él sigue estando allí con nosotros.
“Ese mismo día, cuando llegó la noche, Jesús les dijo a sus discípulos: «Vamos al otro lado del lago.» Entonces dejaron a la gente y atravesaron el lago en una barca. Algunos fueron también en otras barcas. De pronto se desató una tormenta.
El viento soplaba tan fuerte que las olas se metían en la barca, y ésta empezó a llenarse de agua.
Entre tanto, Jesús se había quedado dormido en la parte de atrás de la barca, recostado sobre una almohada.
Los discípulos lo despertaron y le gritaron: —Maestro, ¿no te importa que nos estemos hundiendo?” Marcos 4:35- 38 (Traducción en lenguaje actual).
Al sentir los fuertes vientos que tratan de hundirnos y las fuertes olas que se meten en nuestra barca tendemos a desesperarnos y gritarle al Señor. ¿Sera que Él no está al tanto de la situación?, ¿Le gritamos porque pareciera que no escucha o no se da cuenta de lo que estamos experimentando?, ¿Qué hacemos cuando esos momentos de desesperación llegan a nuestra vida?, ¿Gritamos?, ¿Reprochamos?, ¿Nos quejamos?
“Jesús se levantó y ordenó al viento y al mar que se calmaran. Enseguida el viento se calmó, y todo quedó completamente tranquilo.
Entonces Jesús dijo a sus discípulos: —¿Por qué estaban tan asustados? ¿Todavía no confían en mí?” Marcos 4:39-40 (Traducción en lenguaje actual).
No duerme, Él está allí, Jesús calmo todo aquello que hasta ese momento asustaba y atemorizaba a sus discípulos. Todo aquello que era contrario, volvió a la calma, toda desesperación,
todo grito, todo temor, había pasado ya, de un momento a otro, de un instante a otro.
En la vida nos enfrentaremos a situaciones similares, panoramas que reflejaran un caos total y que querrán hacernos sentir desesperación y temor, situaciones que aparecerán cuando menos lo pensamos o cuando ni imaginábamos que pasarían y frente a eso tenemos dos opciones: Desesperarnos o simplemente confiar en Dios.
La mayoría de nosotros tomamos la primera antes de la segunda, nos desesperamos, nos asustamos y hasta gritamos a Dios pidiendo su pronto socorro.
Las palabras de Jesús hacia sus discípulos fueron sencillas pero profundas: “¿Por qué estaban tan asustados? ¿Todavía no confían en mí?”. Como haciendo referencia que a su lado no hay porque temer, solo confiar.
Yo sé lo difícil que es no asustarse frente a situaciones que te roban la paz, se lo difícil que es mantener la calma ante panoramas inesperados, sin embargo nada de lo que hagamos tendrá el poder para cambiar ese panorama, solo Dios, por eso, aun cuando te desesperes, aun cuando quieras gritar o aun cuando quieras asustarte todo lo que quieras, nada de eso favorecerá a lo que estás viviendo, en cambio, si confiamos en Dios a pesar de las situación, a pesar de las circunstancias que nos rodean, debemos tener la seguridad de que Él vendrá a nuestra ayuda, porque lo ha prometido, porque Él no defrauda a los que en Él confían.
No sé qué momento puedas estas atravesando, quizá sientas temor, quizá el miedo se ha apoderado de tu vida, pueda que te estás desesperando, sin embargo, mantén la calma, Dios no se ha olvidado de ti, Él está allí en la barca de tu vida, esperando el momento indicado para actuar, porque Él ha prometido actuar a tu favor.
¡No te asustes, solo confía en Él!