* Me dio un beso,
y se despidió
… pero luego
¿qué sigue?
Se dirigió hacia mí con una cara de descontento; a mí me dio mucho gusto verla. Habían pasado años desde su partida. ¡Tía!, exclamé. “Tenía muchas ganas de verte, te quiero mucho”, le dije. En ese momento, ella miró a mis ojos y me dijo: “mi’ja vine por ti, es hora de irnos”. La miré, y sorprendida le contesté: “Ahora no tía, no puedo dejar a mis hijas, están muy pequeñas, además aún tengo muchas cosas pendientes”. Mi tía se dirigió hacia mí y con mucha seriedad me agregó: “Estás viviendo una vida muy cómoda, levántate, sigue tus sueños, encuentra tu camino. Estás en esta vida por un propósito, no desperdicies ni un minuto. La vida mi reina, es para vivirla y no estar muy cómoda esperando a ver qué pasa”. Me dio un beso y se despidió.
En tan solo un par de meses estaremos honrando la memoria de mi tía, en lo que será el quinto año de su partida. Ella murió luego de luchar durante 5 años contra el cáncer que le arrancó la vida, era muy joven. Mi tía fue toda una guerrera y esa era su filosofía: La vida se vive intensamente cada día.
No vivo mi vida en base a lo que soñé anoche, no soy supersticiosa, ni nada por el estilo pero, actualmente mi situación es ésa. Estoy un poco inactiva, o cómoda -como dijo mi tía-. Con esto no quiero decir que no esté haciendo nada, al contrario tengo tanto que hacer que a veces me siento abrumada. Mi día consiste al igual que el de muchas mujeres, en atender mis compromisos de madre, de esposa, y si queda un poco de tiempo, ir al gimnasio o leer un capítulo del libro en turno.
Y cuando me doy cuenta ya es hora de ir a dormir.
Cómo vez, hago muchas cosas durante el día, pero si los sueños son un reflejo de nuestro subconsciente, entonces, ¿de qué manera podría interpretar el mensaje que recibí en mi sueño? ¿Existe algo más que debería de estar haciendo? ¿Algo que llene esa necesidad de sentir mi vida activa?
Muchas veces nos dedicamos a estar cómodos en nuestras vidas, a vivir día con día en una rutina que no nos requiere salir de nuestra zona de comodidad.
Y nos olvidamos de nuestros sueños, de nuestras metas o de nuestro propósito en la vida hasta que llega alguien a nuestro sueño nocturno y nos recuerda que la vida hay que vivirla intensamente cada día, porque no sabemos cuándo será el momento de partir.