Por Pastor Pedro H Gonzalez
Lucas 9:1-2 ‘Habiendo reunido a sus doce discípulos, les dio poder y autoridad sobre todos los demonios y para sanar enfermedades y los envió a predicar el Reino de Dios y a sanar a los enfermos”,
En estos 2 versículos podremos ver mucho o simplemente un relato pero la verdad es que estamos ante una poderosa enseñanza sobre el Reino.
Lo primero que se desprende del texto es que los discípulos de Jesús tienen una autoridad delegada, un poder que les ha sido otorgado y también una comisión o una responsabilidad, como también unas ciertas capacidades o habilidades.
El numero 12 representa la autoridad en el Reino, los doce tienen desde entonces el poder y la autoridad eso es lo que nos ha sido impartido, poder y autoridad; pero no se puede pasar por alto que esa autoridad nos posiciona ante alguien, y en el texto es claro que la autoridad la tenemos sobre todos los demonios, y conviene que revisemos el texto para que encontremos que dice TODOS es decir que no excluye a ninguno. Lo que significa que a partir de ese evento tenemos a todos los demonios unificados y sin rango porque todos están sometidos a la autoridad del hijo.
Me pregunto cuántos creyentes se podrán notificar de esta verdad para salir de la mentira y evitar seguir pensando que hay rangos inalcanzables en la escala demoniaca ante la autoridad del hijo, ante el poder del hijo de Dios.
En ese relato no solo estaban siendo notificados los discípulos del poder y la autoridad que les era entregados, también lo fueron los demonios, todos los demonios. Resulta interesante notar que después de impartirnos poder y autoridad nos notifica también de la capacidad que nos da para sanar enfermedades.
Bien hemos dicho que estamos ante una poderosa enseñanza; que importante seria que la viéramos y justamente para eso escribo, para apuntar a una verdad que cuando se entienda nos permitirá caminar en la plataforma a la que pertenecemos por impartición, por derecho legal y por capacidad que ahora nos es propia, es decir que echamos fuera demonios porque ellos están sujetos a la autoridad del hijo, y el hijo habita dentro de nosotros, y el hijo nos delegó ese poder y autoridad.
Cuando entendemos es parte estamos listos para pasar al segundo nivel, al de sanar enfermedades, los demonios son portadores de enfermedades, las causan, las provocan (también algunos humanos) pero lo cierto del caso es que aun si se considera la enfermedad como aislado del ámbito espiritual o demoniaco, de todas maneras como hijos de Dios tenemos el poder y la autoridad de sanar enfermedades; ¿cuántas? Cuáles? Bueno la escritura no es específica a ese respecto pero daremos por sentado que si no dice cuales o cuantas es por que al igual que cuando hablo de los demonios en estos versículos, Jesús se refería a todas las enfermedades.
El fondo del asunto es la pregunta que se hace todo creyente tratando de entender como es que Jesús sanaba enfermos y echaba fuera demonios. En estos versículos esta la respuesta y no hay que buscarle demasiadas vueltas al asunto, todo radica en la autoridad del Reino, ya que es el Reino de arriba, lo superior, aquello ante lo cual todo lo demás esta sujeto. No en vano se nos ensena que Cristo es aquel que todo lo llena en todo.
Para la iglesia primitiva no fue difícil trastornar el mundo, no fue difícil predicar el evangelio de forma tan impactante que seguido un sermón se convirtieran al Señor tres mil personas, no fue difícil hacer señales y prodigios porque ellos entendían de donde venia el poder y la autoridad, ellos entendieron bien rápido que lo podían hacer, no había duda, no había en ellos conciencia de pecado ni de incapacidad. Ellos sanaban al enfermo y luego qué? Predicaban el Reino, y los que oían habiendo visto las señales comprendían que no había otro camino, luego rápido se daban la vuelta, el giro en U para encontrar el Reino.
La iglesia o eso que llamamos iglesia hoy en día camina perdida porque le falta fe, no ha entendido la autoridad del Reino, no ha conocido el poder del Reino solo lo ha visto pero lo ha ignorado, como quien se encuentra a alguien en la calle y no lo saluda, lo ignora. Así andamos asustados ante demonios y enfermedades solo porque se nos olvida o desconocemos a quien nos habita, el Espíritu Santo, el poder que levanto a Cristo de los muertos. Ojalá nos enteremos pronto para poder empezar a hacer la labor que El Señor nos encomendó.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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