La Prensa de Colorado 
Por Pastor Pedro H. Gonzalez
En la entrega de la semana pasada nos informamos de un tipo de hombre que según lo informa la biblia, no puede entender las cosas de Dios y aclaramos que ese tipo de hombre no puede entender las cosas de Dios porque esas cosas se han de discernir espiritualmente y el hombre natural está muerto espiritualmente hablando.
Hoy nos referiremos a otro tipo de hombre, el hombre carnal. Este es capaz de oír el mensaje espiritual pero no lo asimila, es decir en este tipo de hombre el mensaje espiritual es algo bonito pero no poderoso. Él oye la palabra y se deleita, es capaz de quebrantarse ante una palabra de Dios, será capaz de llorar e inclusive se le verá temblar con temor ante una sola palabra de Dios, este hombre podrá llegar experimentar como, un momento de su vida cambia pero él no podrá conocer al Dios de poder que es capaz de cambiar la vida en un momento.
En este tipo de persona, los cambios nunca serán permanentes, solo serán temporales, el es semejante a una puerca lavada que vuelve al sieno y aun perro que volverá a su vómito. Se le reconoce porque hace compromisos y es capaz de cumplirlos aún por largo tiempo, podrá dejar algunos hábitos pero nunca mudara de habitación.
Este hombre se diferencia de los demonios en muchas cosas pero se asemeja a ellos en otras cosas, por eso avanza dos pasos y retrocede tres. Ellos están en el nivel de creyentes, creen pero no de acuerdo a justicia celestial, ellos creen de acuerdo a justicia humana, actúan y se mueven en sus propias fuerzas, basados en sus propios logros.
Para ellos se trata de hacer para merecer; nunca podrán entender la justicia divina. Censuran, critican, juzgan a los demás pero nunca se atreverán a juzgarse a sí mismos. Verán la paja en el ojo ajeno pero dejarán de ver la viga en el ojo propio, siempre se hallaran limpios en su propia opinión.
El libro de Santiago nos reta el entendimiento cuando dice: Tú CREES que Dios es uno; bien haces, también los demonios creen y tiemblan. (Santiago 2:19)
También el apóstol Pablo nos reta cuando le oímos decir en 1 Corintios 3:1 De manera que yo,hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino como a carnales, como a niños en Cristo. Note que Pablo les llama hermanos es decir que la audiencia es de gente que se supone estaba convertida, pero hay una característica que el apóstol a los gentiles describe y que no puede pasar desapercibida: Como a niños en Cristo. Ese es el problema del creyente inmaduro, el niño en Cristo.
El cree, pero no ha alcanzado madurez, el sabe que le hay un Dios pero aunque puede llorar ante una palabra, él no puede entender el lenguaje de la madurez y el resultado es que en su vida de fe, la victoria siempre se verá como un “ya casi”. Echale ganas.
En este tipo de creyentes a las victorias siempre les faltara un pedacito, jamas alcanzaran una victoria plena aunque se la pasen buscando, pero el grave problema es que siempre buscaran de la forma errónea.
Ellos tratarán de ganar pero no sabrán nunca que ya hay quien ganó por ellos, aunque repitan como lora mojada que en Cristo somos mas que vencedores, aun trataran de ser vencedores en sí mismos.
El rasgo característico de este tipo de creyentes es la inmadurez y de ellos el libro de Gálatas se refiere así.
Gálatas 4:1 Pero también digo: Entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo, aunque es señor de todo; sino que está bajo tutores y curadores hasta el tiempo señalado por el padre.
Ese es el gran problema de este tipo de creyentes. Doble ánimo, inmadurez, inconstancia y una falta de entendimiento acerca de la obra consumada de Cristo en la cruz.
La próxima semana hablaremos del tercer tipo de hombre, del mejor tipo, de la raza superior pero también diremos que hay algo que este tercer tipo no puede hacer, se asombrará quien lea.
Soy el Pastor Pedro H. Gonzalez de la Iglesia Embajada del Reino.
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