Sueños de Cuaresma

En esta temporada, tengo muchos clientes, que comienzan su “maratón” de Ia cuaresma. A veces me encuentro con algunos que esta temporada es una carrera “llena de difíciles obstáculos”. Por ejemplo, cuarenta días sin “chelas”; para otros es una cuesta donde no hay carne de ninguna clase, solo mariscos y pescados; y para muchos de nosotros, simplemente es una escalada. Esta claro que, visto así, Ia cuaresma es para “deportistas con fe” y … bueno, en fin, no a todas las creaturas de este mundo, de sal y pimienta, les agrada hacer ejercicio.
Cada quien que le encuentre su sentido propio a Ia cuaresma. Pero mi propuesta, para hoy, es vivir una cuaresma comunitaria, o dicho de otro modo mas de acuerdo al siglo XXI, una cuaresma globalizada. Es decir, como los tres mosqueteros: uno para todos y todos para uno. ¿0 es qué no vamos todos hacia Ia misma meta? ¿Qué no somos todos hijos de un mismo Creador? ¿Qué no somos todos creyentes? Entonces qué importancia tiene Ia denominación que profesamos. ¿Y no sera mejor llegar juntos a adorar y agradece al Abba?
Es posible que mi sueño sea producto de Ia “locura senil” que me acompaña en estos momentos de mi vida; sin embargo quiero pedirles a todos y cada uno de mis amigos y lectores que aprovechemos este tiempo de cuaresma para ahondar en el interior, en lo profundo, en “lo secreto” y rebuscar el perfume oculto antes de que se nos quede viejo y con puro “alcohol”.
jVamos a perfumar Ia cuaresma! jQue cuando llegue Ia pascua Ia gran comunidad globalizada de Jesús, aquel Rabí de Galilea que murió por todos nosotros y todavía no le damos las gracias que se merece y que se Ia tiene bien ganada! Demos gracias a Ia vida y transformemos nuestra existencia en una fiesta espiritual. Como Ia mujer del perfume, rompamos el frasco y derrochemos el amor a raudales. No nos preocupemos, nose gasta y nose agota, cuanto más se extrae más se posee.
Algunas ideas locas que se me cruzan por Ia cabeza, por eso digo que vamos a
querernos un poco mas. No me interpreten mal, no estoy hablando de quererse cada uno (a), un poco más a si mismo (que es muy sano, sí) sino de querernos mas entre nosotros y nosotras. Con gestos, con detalles sencillos, con palabras, con miradas, ¡hay mil maneras, no busques excusas! Dicho de otro modo, comencemos a “amar al prójimo como a sí mismo”.
Podemos ayunar mucho más del “dolor ajeno”, abramos los “canales” auditivos del corazón para escuchar lo que nos cuenta el otro, Ia otra. No lo demos por sabido aunque ya lo sepamos. Nuestra oración en este tiempo puede ser alzando Ia cabeza y mirando más allá. Oraremos más por quienes están al lado, desde el vecino gruñón del 15, pasando por Ia “bruja del 71” y sin olvidarnos del “Chavo del 8”, hasta Ia compañera (o) del trabajo que nos roba los minutos del descanso, pasando porIa hermana mayor que nos desespera por su lentitud o las docenas de rostros sin nombre que vemos por el televisor.
Quizás sea también buena idea sacar unos minutos al día para mirar hacia dentro, remover nuestra propia tierra, abonarla un poco (no huele muy bien, pero es buenísimo para después recoger mejores frutos) y bendecirla (esto no suele venir en los manuales de horticultura pero se lo recomiendo encarecidamente).
Cuenta, cuenta: sí, eso, que cuentes, que te narres, que saques lo que hay en ti, con humildad, Ia generosidad, Ia fraternidad, Ia tolerancia y honestidad, que Ia belleza regalada por el Creador y colocada en tu interior no es solo tuya, es de todos. Vive tu vida “loca” con alguien, confronta tu camino, sé valiente y exponte ante alguien que acompañe tu camino, ante tu comunidad, tu familia, pero sobre todo con tu Creador.
Haz un censo: no para saber todo lo que tienes sino para darte cuenta de ¡todo lo que tienes! ¿Todo es necesario? Olvida los “por si… “, despréndete solidariamente y ecológicamente de aquello que sabes que no necesitas: Iibros, ropa, dinero, …
Haz un donativo: ¿el mejor?, tu tiempo, que no es recuperable. Hay tantas organizaciones, sin sentido de lucro, que necesitan de “voluntarios” que regalen su
tiempo, para ayudar a otro prójimo que necesite una mano fraterna. Seguro que cada cual tiene mas propuestas, pero las que quiero fomentar son las que nos lleven a vivir una cuaresma comunitaria: “que todos sean uno como Tú y Yo somas uno”. Y aunque sólo sea por cuarenta días, vivamos como verdaderos hermanos en Cristo, en este mundo de sal y pimienta, que ya esta perdiendo Ia cordura y se sienta Ia gratitud sincera por todo lo recibido.