Son curiosas las cosas de la vida. Primero se te pone todo gris, sombrío, frío y te entra el pánico aterrador de la muerte. Sin embargo, las creaturas de fe, tenemos otra actitud, alguna razón tiene el Creador para ponerme la “piedra” en el camino. Y la verdad es que son tantas cosas buenas que han salido de mi cáncer que no puedo nombrarlas todas. No es algo que hubiera elegido, por mi propio gusto; pero mi Abba celestial ha usado esta experiencia que me bendice y bendice a toda mi familia de muchas maneras. Quiero contarles que, desde que supe que tenía cáncer, no he dejado de leer y volver a lee el versículo en Romanos 8:28 que dice: “Y sabemos que para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan para bien, esto es, para los que son llamados conformes a su propósito”.
No faltará el lector que me diga, si te ama tu Creador porqué te dio cáncer. Otros con más fe dirán, bueno, si te amó Dios entonces no tienes cáncer. Pero me han pasado tantas cosas maravillosas a causa de esta enfermedad. Las relaciones se han fortalecido, y personas han entrado en mi vida porque podían ver mi fe en mi Creador. Incluso, en mis peores días cuando no tenía ganas de hacer nada y apenas podía rezar fue para decirle: “Señor, ayúdame”. Sabía que me amaba con el mismo cariño de toda mi vida. Aun sabiendo que no he sido una creatura “perfecta” y que soy tan pecador como cualquiera.
Unos meses después que me fue diagnosticado el cáncer y comencé mi tratamiento, supimos que vendrían días difíciles para todos los miembros de mi familia. Porque es una enfermedad que, sin querer queriendo, involucra a todo el grupo familiar. Si no hubiera tenido cáncer, yo estaría trabajando a tiempo completo y seguiría ayudando a mis clientes; sin embargo he encontrado mucha compresión y entendimiento por parte de ellos y me ha permitido ser capaz de ver a mis nietas más a menudo. En otras palabras he podido pasar más tiempo de calidad con mis nietas, mis hijos y mi compañera de toda una vida.
Después de que se les comunicó a mis clientes que tenía cáncer y que por esa razón estaría fuera de la oficina por un tiempo, han sido tantos los que me enviaron cartas y tarjetas con buenos deseos. Muy sinceramente le agradezco a cada uno de ellos. Los guardo en una caja grande que llamo mi cofre del tesoro y me encanta sacarlos para leerlos una y otra vez. Significó mucho para mí que se preocuparan de tomarse el tiempo de su ocupada vida y escribirme unas palabras de aliento para este pobre viejo, que ya está jugando los “minutos” de descuento del partido de la vida.
En el camino, he aprendido desde mi diagnóstico, a entender mejor qué significa tener cáncer y cómo se sienten los “pacientes” que sufren de este “flagelo”. Donde quiera que voy, trato de ayudar a otras personas que están pasando por lo mismo que yo he pasado y es mucho más fácil para mí entenderlo, porque lo estoy viviendo en “carne propia”. Ayudar a otros es donde viene nuestra fuerza, así como nuestra paz. También estoy participando en un programa donde se ayuda a las personas que sufren de cáncer. Espero que ayudando a otros, me ayudo a mí mismo.
Yo creo que cuando pasas por algo así, te das cuenta de lo que es importante. Lo que importa es lo que haces con la vida que tienes. Creo que en última instancia, el Eterno está obrando dentro de mí para hacer algo y no sé cuál será el resultado final, pero sé que todavía estoy aquí por una razón. Todavía estoy peleando la batalla y haciendo comino al andar, en este mundo de sal y pimienta, pero lo mejor de todo es que me siento como si El Gran Arquitecto del Universo tiene un propósito y un plan para mi vida. Hay una luz al final del túnel. Aun tengo esperanzas y tanto que caminar, porque lo del cáncer es solo una “piedra” en mí camino.