Por Jorge Flores Silva.
Escritor Mexicano
Este año se conmemora una década de la caravana de madres centroamericanas de los migrantes desaparecidos provenientes de Centroamérica, caravana que se realiza año por año a través del “Movimiento Migrante Mesoamericano”, misma que inicia el jueves 20 de noviembre y termina el domingo 7 de diciembre, comenzando el recorrido en Tenosique Tabasco, contando con la participación de 40 madres y padres de familia, principalmente de Guatemala, Honduras, Nicaragua y el Salvador, quienes recorrerán la famosa ruta de migrantes.
Su recorrido será por los Estados de Chiapas, Oaxaca, Tabasco, Veracruz, Tlaxcala, San Luis Potosí, Guadalajara, Hidalgo y el Distrito Federal, en un total de 10 Estados y 23 localidades, acompañados para salvaguardar su seguridad por el Ejercito Mexicano, las policías tanto Estatales como Federales, la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Amnistía Internacional, Médicos sin Fronteras y algunas organizaciones civiles de los países participantes, cuya misión es la protesta, búsqueda, exigencia y denuncia para encontrar a los migrantes en tránsito que han desaparecido en México; además de contar entre otros con el apoyo y trabajo incondicional de las llamadas “Las Patronas” y apoyos de tipo religioso como es el caso del sacerdote Alejandro Solalinde, Fray Tomás González y la organización Pastoral de la Movilidad Humana.
Se dice que de entre los motivos más frecuentes por los que los migrantes pierden comunicación con sus seres queridos está el de ser víctimas del crimen organizado, pues en algunos casos estos son secuestrados o llegan a formar parte de sus filas; otros más argumentan vergüenza de regresar a sus países de origen al verse frustrados por no poder ver alcanzado su sueño, por lo que deciden establecerse en territorio mexicano, principalmente en el norte y sureste.
Una de las paradas por tradición de la Caravana es el cementerio Municipal de Arriaga en el Estado de Chiapas, pues es precisamente aquí donde el gobierno local ha designado un lugar apartado del panteón principal para sepultar los cadáveres de los migrantes que nunca fueron reclamados y donde algunas madres que niegan a creer o siquiera pensar que ahí sea el lugar donde yace su ser querido.
A decir de algunas madres este es un lugar donde crece la maleza, donde no hay siquiera una cruz que identifique cuantos o quienes están sepultado ahí, pues se ignora siquiera el número de cadáveres enterrados en ese lugar y donde solo se sabe que fueron encontrados cerca o sobre las vías del tren. Desde que se inició este movimiento hasta el año de 2013, se habían localizado vivos a 200 migrantes que se consideraban desaparecidos.
Interminables historias se cuentan a lo largo del trayecto, muchas de frustración, impotencia y dolor, pero también otras más de alegría y éxito, pues gracias a este tipo de movimientos, algunas madres han encontrado alguno de sus seres queridos que consideraban perdidos. Se cuenta de una madre llamada Emeteria Martínez una de las fundadoras de esta caravana, quien encontró a su hija en el 2010 después de 20 años de búsqueda y a quien se le recuerda cuando al encontrar a su hija, se quitó la foto que traía en su pecho y se colocó la fotografía de una de las hijas desaparecidas. Esta madre prosiguió la búsqueda de otras tantas desaparecidas hasta el último día de su vida.
“Vio a su madre. El sudor bañó todo su cuerpo. Sudar así es otra forma de llorar cuando ya no te quedan lágrimas. Ver tu foto colgada del cuello de tu madre, buscándote durante años y tú sin saberlo te devuelve la esperanza.”