Tomás Menchaca 
Nacer en el siglo pasado te permitió tener una niñez de muchos juegos de donde correr y correr era básico, una escoba la convertirás en una motocicleta o un caballo esto fortalecía tu cuerpo para cuando una bola de trapos se trasforme en un balón y entraras en las canchas imaginarias que eran las calles.
Nací en los años 70s por lo cual los 80s fueron la década de las ilusiones, el fútbol ya era el deporte más popular del planeta y una adicción para la gente y claro te querías convertir en un inmortal, pero eso solo se le concedió a uno. Que se puede decir que llevo una vida como el tango de Gardel. Sus primeras primaveras no son parte de este relato el cual lo iniciaremos a finales de la década del setenta donde comenzaba a destacar como un mago con una pierna izquierda que hipnotizada a las masas con sus bellos trucos, esto lo llevo a convertirse en Rey y con el paso del tiempo en leyenda que al morir lo convirtió en un dios su nombre Diego Armando Maradona Franco nacido en humilde barrio argentino.
El Pelusa en sus primeros años fue campeón del mundo juvenil conquistando el país del sol naciente un año antes pudo haber levantado el trofeo de campeón en la tierra que lo vio nacer, pero el destino que le dio casi todo no se lo permitió esto llego en el 86 en tierras aztecas y en su máximo templo del fútbol donde logro levantar el trofeo y el gol de más hermoso de la historia de este deporte, no conforme con eso ese mismo le dio la mano a su dios que seguramente solo la quería chocar por la divinidad de gol que había logrado digna de ser del renacimiento.
Por cierto, sus mejores años a mi parecer fueron en tierras donde el renacer fue pan de cada día, en la liga mas talentosa de esos días como era la italiana donde los mejores gladiadores no les quedaba de otra que rendirle tributo al Espartaco Argentino.
En esas tierras también jugo una final del mundo desgraciadamente los planetas en esta ocasión no se alinearon, pero Diego siguió derramando genialidades que lo confirmaron como el más grande.
Aquí dejamos el pequeño recuento de lo que el 10 significo para el aficionado del futbol. no queda mas que darle las gracias a Diego y para el pueblo argentino sigan llorando a su Pibe de Oro, claro disfrutando de las memorias de un dios que nos hizo el favor de pasearse entre los simples mortales.
