Uno podría pasarse una tarde entera escuchando todas las veces en que las autoridades políticas y sanitarias –o un grupo de actores y famosos en campaña– nos han repetido que la vacuna era «100% eficaz y segura », y los titulares de prensa en este mismo sentido podrían batir, puestos en fila, algún récord Guinness.
Pero el relato está cambiando inexorablemente. La eficacia empezó a descender «oficialmente» en una gradación paulatina que sería graciosa si no fuese trágica.
Luego vino el reconocimiento de que, bueno, realmente no detiene la transmisión de la enfermedad. Y, finalmente, se empieza a admitir, en un guiño a los tipos con gorros de papel de plata, que quizá, tal vez, no todas esas muertes repentinas de las que nos llegan noticia y ese misterioso exceso de mortandad son por el cambio climático.
Así que ahora los famosos Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos (CDC), que vienen siendo el referente del planeta sobre cómo reaccionar a la pandemia, casi dos años después del lanzamiento de las «vacunas» contra el COVID, finalmente han decidido investigar si causan o no un riesgo elevado de accidentes cerebrovasculares.
Los CDC reconocen ya que se ha identificado una «señal de seguridad» preliminar de la vacuna contra el COVID y ahora están investigando si las inyecciones de ARNm elevan el riesgo de accidente cerebrovascular isquémico en personas de 65 años o más.
En su declaración del viernes, los CDC dijeron que la señal preliminar no se ha identificado con la vacuna de Moderna. «La investigación de respuesta rápida de la señal en el VSD planteó la pregunta de si las personas mayores de 65 años que recibieron la vacuna bivalente contra el COVID-19 de Pfizer-BioNTech tenían más probabilidades de sufrir un accidente cerebrovascular isquémico en los 21 días posteriores a la vacunación en comparación con los días 22-44 después de la vacunación», señala.
Los CDC no recomiendan un cambio en la práctica de vacunación; sin embargo, han reconocido que la trombosis con síndrome de trombocitopenia (TTS) es un «evento adverso raro pero grave» asociado a las vacunas contra el COVID. El síndrome provoca coágulos de sangre o problemas de coagulación que presentan el peligro de causar un accidente cerebrovascular.
Todavía nos queda mucho antes de superar la maraña mundial de intereses cruzados y temores penales de todo tipo de agencias y de particulares para llegar a una valoración mínimamente atendible sobre la vacuna.